Otro de los lugares que visitamos durante nuestro viaje a Irlanda en Agosto de 2019 de mano de Paddywagon Tours fue el Monasterio de Glendalough, un asentamiento monástico fundado por San Kevin en el siglo VI.
En esta ocasión la excursión era tan solo de tarde, así que después de una mañana tranquila por Dublín, nos acercamos al punto de encuentro para descubrir las montañas de Wicklow. Antes de llegar al Monasterio de Glendalough que se encuentra a una hora y cuarto más o menos del centro de Dublín, hicimos una breve parada para disfrutar de las impresionantes vistas del lago de Tay o Guinness que por cierto forma parte de los escenarios de la serie Vikingos.
En una hora corta llegamos a nuestro destino: Glendalough. Allí nos dieron unas dos horas para visitar los restos del monasterio y hacer senderismo hasta el Upper Lake (el lago superior) y vuelta. Tuvimos tiempo suficiente pero nos habría gustado quedarnos más tiempo para disfrutar del paisaje.
Rodeado de toda esta belleza, es fácil ver por qué San Kevin decidió establecer un asentamiento monástico aquí. Desde sus humildes orígenes en el siglo VI, Glendalough se convirtió en un ejemplo de devoción y aprendizaje. Como una verdadera ciudad en su época, contaba con granjas, una catedral y la torre circular de 30 metros que aún sigue en pie hoy en día.
Durante más de 500 años, reinó la paz en esta zona, ya que monjes y laicos crecían, vivían y aprendían juntos. Aunque, por supuesto, esto no significa que Glendalough estuviera exento de problemas. Fue atacado y saqueado por los vikingos, asolado por el fuego y expuesto a las duras condiciones meteorológicas que aún hoy azotan las montañas Wicklow. Finalmente, en 1398, cayó en manos de los normandos pero, afortunadamente, todavía nos quedan recuerdos de lo que un día fue.
Después ya nos dirigimos por el Wicklow Way al Upper Lake, este camino va paralelo al Lower Lake y es de dificultad baja ya que vas por un sendero bastante cómodo, aproximadamente unos 2 kilómetros. Quisimos a la vuelta hacer el recorrido al revés pero como no teníamos mucho tiempo, preferimos ir sobre seguro y volver sobre nuestros pasos. Fue un paseo muy agradable y desde luego las vistas del Upper Lake no se nos olvidarán fácilmente. Nos gustó tanto esta excursión que decidimos que tal vez en alguna ocasión nos hospedaríamos en el hotel que está justo al lado del monasterio, un auténtico remanso de paz.
A pesar de ser solo una excursión de unas horas, sin duda Glendalough nos encantó y no nos importaría volver de nuevo.
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