Y llegamos al último día de nuestro viaje por Roma, porque al día siguiente solo nos quedaría esperar al transfer que nos llevaría al aeropuerto de Fuimicino y de vuelta a casa. Así que, aunque en principio teníamos la intención de tomarnos el día con más tranquilidad, aún había un montón de lugares por visitar como la zona del Trastevere o el Barrio Judío.
Empezamos el día como siempre tomando nuestro autobús que nos llevaría a la plaza Largo di Torre Argentina donde se encuentran unos restos arqueológicos del lugar donde fue asesinado Julio César el 15 de marzo del año 44 a.C. que abrirán en el 2021 gracias a una donación de Bulgari.
Hoy teníamos como punto fuerte del día el barrio del Trastevere, el cual, después de dos viajes a Roma, aún no habíamos visitado, así que nos dirigimos hacia el río pasando por el Barrio Judío, difícil de explicar la sensación al ver las placas con los nombres de los judíos deportados a los campos de concentración por las calles, se te ponían los pelos de punta. También hicimos una breve parada en la famosa Fuente de las Tortugas.
Llegamos a museo judío pero no entramos en el mismo, tal vez en otra ocasión. Y ante nosotros el Puente de Fabricio, por el que cruzamos a la Isla Tiberina y de nuevo por el Puente Cestio hacia el barrio del Trastevere.
Cruzando el Puente Palatino, nos dirigimos en primer lugar a la iglesia de Santa María in Cosmedin, en donde se encuentra la famosa Boca della Veritá. Afortunadamente no debemos de ser muy mentirosos, porque todos metimos la mano y salimos con ella, aunque me parece a mí que no funcionaba muy bien.
Para hacerse foto con la famosa tapa de alcantarilla había algo de cola y eso que llegamos muy pronto, casi cuando abrían, así que no quiero ni imaginarme la espera en hora punta. Para la iglesia entramos sin problemas. Precioso su ábside pintado.
Volvimos sobre nuestros pasos cruzando de nuevo el Tíber para empezar a pasear por el barrio del Trastevere hasta la hora de la comida. En principio nos dirigimos a la Basílica de Santa Cecilia in Trastevere, en donde se encuentra la escultura barroca de El martirio de Santa Cecilia de Stefano Maderno. También se puede visitar la cripta y las excavaciones por 2,50 y los frescos de Cavallini por otros 2,50 pero desistimos de verlos porque no te dejaban hacer fotos, así que compramos unas postales y listos. Una pena.
Haciendo tiempo para comer, pudimos incluso acercarnos a la Iglesia de San Francisco a Ripa, en cuyo interior destaca la estatua Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni de Bernini.
Teníamos reserva en un restaurante del Trastevere, pero al final encontramos para comer en el famoso Carlo Menta, evidentemente mucho más barato pero para mi gusto, merece la pena pagar un poco más y que la comida esté mejor preparada y te den una cantidad más aceptable.
Y de postre un helado en la famosa heladería de Flor di Luna. Muchísimos sabores para elegir pero me quedo con la de Frigidarium sin duda.
Seguimos nuestro recorrido por el Trastevere en dirección a la Basílica de Santa María pero por desgracia estaba cerrada en ese momento y no abrían hasta más tarde. Impresionante el mosaico de la fachada.
Así que decidimos bajar la comida subiendo al mirador del Gianicolo para poder tener toda la ciudad de Roma a nuestros pies.
Como podéis ver en la última foto, bien que bajamos la comida con las cuestas hasta el mirador pero desde luego las vistas merecieron la pena. En la plaza se encuentra la estatua ecuestre de en bronce de Garibaldi.
Volvimos sobre nuestros pasos cruzando de nuevo el río. Llegaba el momento de despedirse de Roma así que nos fuimos de compras hasta la Fontana di Trevi, que estaba a rebosar en esta ocasión, incluso más que el primer día que estuvimos, lógicamente ya era Jueves Santo y habían llegado a la ciudad muchos más turistas.
Y de ahí a la Plaza de España para poder disfrutarla sin lluvia en esta ocasión.
Y por último la Plaza del Popolo en donde agotados, no nos quedó otra que descansar un rato antes de decidir qué hacer.
Una parte del grupo decidió coger el autobús de vuelta y el resto nos fuimos a despedirnos de la ciudad a lo grande, cenando una pizza en uno de los locales más conocidos y recomendados de Roma, Pizzeria Montecarlo y la verdad es que la pizza no nos defraudó para nada.
Tomamos por fin el autobús que nos llevó ya al apartamento en donde terminamos de preparar las maletas antes de irnos a dormir. Del último día, poco que contar, nuestro transfer de Civitatis super puntual y amable, espera larga en el aeropuerto haciendo algunas compras (aunque los precios del duty free eran abusivos), y embarque hacia Madrid.
Terminada la review de Roma de nuestros cinco días por la ciudad eterna. Último viaje de los 7 fantásticos. A partir de ahora volvemos a ser solo 4 en Los viajes de Dora pero os seguiremos contando con todo lujo de detalles todos los aconteceres de nuestros viajes. Próximo destino: Dublín e Irlanda.
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