La Catedral de Murcia es sin duda alguna el monumento más importante de la ciudad.
Tras la reconquista del Reino de Murcia por Alfonso X el Sabio se restaura la antigua Diócesis de Cartagena en 1250, trasladándose la sede episcopal a la ciudad de Murcia en 1289 y sirviendo como Catedral la antigua Mezquita Mayor que ya había sido consagrada como iglesia bajo la advocación de Santa María.
En 1394 darán comienzo las obras del actual templo catedralicio, edificio en estilo gótico mediterráneo, de sencilla estructuración y moderada altura, con plante de cruz latina, tres naves, crucero, girola y diversas capillas laterales.
En el exterior son interesantes las tres portadas de acceso al templo.
La portada barroca fue proyectada en el siglo XVIII por Jaime Bort y uestra la grandeza de la Diócesis de Cartagena con esculturas y relieves de los santos más destacados de Murcia y representaciones de la Virgen María.
La puerta central o Puerta del Perdón está rematada con la imagen de María entre ángeles. La puerta de la derecha o Puerta del Cabildo se corona con el escudo de la ciudad y la imagen de San José. La puerta de la izquierda o del Obispo está rematada con el escudo del Cardenal Belluga y la imagen de San Juan Bautista.
Puerta de los Apóstoles. Rodeando el templo por la derecha nos encontramos con la Puerta de los Apóstoles. Es de estilo gótico y se levantó en 1463 por el maestro de obras Diego Sánchez de Almazán, decorándose con esculturas de los apóstoles en las jambas y con representaciones de ángeles, músicos y personajes del Antiguo Testamento en las arquivoltas. Sobre esta puerta se encuentra el gran rosetón gótico con vidriera que permite la entrada de luz al interior de la Catedral.
Siguiendo el exterior hacia la plaza de la cruz se observa la magnitud de la Capilla de los Vélez, que sobresale en altura y superficie al resto de capillas, siendo de especial interés la cadena esculpida en piedra que la circunda y los escudos de la familia Fajardo. Destacan igualmente en el interior del nicho central las figuras de los salvajes que sostienen el escudo de los Chacón y en un lateral la escultura de Santiago Peregrino.
Al llegar a la Plaza de la Cruz encontramos la Puerta de las Cadenas, obra renacentista de comienzos del siglo XVI. Junto a ella, la torre campanario como eje urbanístico y espiritual de la ciudad, construidos sus dos primeros cuerpos en exquisito estilo renacentista por Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano respectivamente, continuada en el siglo XVIII con los cuerpos del reloj y de las campanas, dirigidos por José López y rematada al final del mismo siglo con la cúpula y linterna obra de Ventura Rodríguez.
En el interior del templo, al comienzo de la girola, se distingue el espacio de la sacristía y antesacristía, obras interesantes de los maestros renacentistas Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano donde destacan las portadas de acceso.
En la girola sobresale por su belleza la capilla de los Vélez, dedicada a San Lucas, joya del Gótico de época de los Reyes Católicos, iniciada su construcción hacia 1490 por Juan Chacón, padre del primer Marqués de Veléz. La capilla, de planta central, tiene todas sus paredes cubiertas de abigarrada decoración en piedra labrada, entremezclándose las formas vegetales y las celdillas que contienen figuraciones fantásticas. Los nichos de cada tramo están coronados con los escudos familiares. Todo el recinto se cubre con una soberbia cúpula estrellada de diez puntas bajo la cual una inscripción perpetúa el nombre de los promotores de la obra.
Continuando por la nave de la epístola encontramos la capilla de Gil Rodríguez de Junterón, canónigo arcediano de Lorca e importante humanista murciano, siendo una apreciada obra del Renacimiento Español por su singular arquitectura, sus bóvedas y su decoración escultórica. El artista Jerónimo Quijano se encargó de la dirección de la obra, aunque todo el proyecto denota un elaborado gusto humanista combinando la iconografía cristiana del relieve de la Adoración de los pastores que preside la capilla, con las esculturas de las sibilas, personajes de la mitología clásica que profetizaron el nacimiento de Cristo.
En la nave principal se dispone la capilla mayor, con retablo neogótico del siglo XIX, que vino a sustituir a otro renacentista tras el incendio de 1854. Es considerada la capilla real por albergar en el lado izquierdo el sepulcro con el corazón de Alfonso X el Sabio, conservando en el lado derecho la urna con las reliquias de San Fulgencio, patrono de la Diócesis, y de su hermana Santa Florentina.
Frente al altar mayor se encuentra el coro, con sillería de nogal, donación de la Reina Isabel II, proveniente del convento de San Martín de Valdeiglesias, situándose a los pies del mismo el imponente órgano romántico del siglo XIX de la casa Merklin-Schütze.
En el trascoro se levanta la capilla de la Inmaculada, mandada construir en el siglo XVII por el Obispo Antonio de Trejo, que tras su viaje a Roma para solicitar la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción, decide dedicar esta capilla recordando así la defensa del dogma inmaculista. Decorada con ricos mármoles de colores alberga la imagen de la Virgen, de escuela madrileña, representada con indumentaria que recuerda a las damas de la Corte de la Casa de Habsburgo.
El Museo Catedralicio. Entrando al templo por la Puerta de las Cadenas nos encontramos en el crucero norte donde se abre la entrada al antiguo claustro y actual Museo Catedralicio, al que se accede sobre restos arqueológicos musulmanes.
En el interior del Museo, se conservan las capillas más antiguas de la Catedral con restos de pinturas murales de época medieval. También se puede ver una colección de arte sacro, en los que destacan los retablos góticos de Bernabé de Módena, las pinturas renacentistas de Hernando de Llanos, dos cuadros de Lucas Jordán, las esculturas de San Jerónimo y la Virgen de la Leche. Son igualmente interesantes los sarcófagos romanos de época imperial labrados en mármol con la mitológica iconografía de las musas.
Además de visitar la Catedral y el Museo, también accedimos a lo más alto de la torre campanario.
Sus dos primeros cuerpos fueron construidos en estilo renacentista por Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano respectivamente, continuada en el sgilo XVIII con los cuerpos del reloj y de las campanas, dirigidos por José López y rematada al final del mismo siglo con la cúpula y linterna obra de Ventura Rodríguez. En su interior se visitan algunas estancias como la sala de los secretos o la capilla llegando hasta el cuerpo de campanas desde donde se aprecian unas de las mejores vistas de la ciudad de Murcia y de su huerta.
Siguiendo el exterior hacia la plaza de la cruz se observa la magnitud de la Capilla de los Vélez, que sobresale en altura y superficie al resto de capillas, siendo de especial interés la cadena esculpida en piedra que la circunda y los escudos de la familia Fajardo. Destacan igualmente en el interior del nicho central las figuras de los salvajes que sostienen el escudo de los Chacón y en un lateral la escultura de Santiago Peregrino.
Al llegar a la Plaza de la Cruz encontramos la Puerta de las Cadenas, obra renacentista de comienzos del siglo XVI. Junto a ella, la torre campanario como eje urbanístico y espiritual de la ciudad, construidos sus dos primeros cuerpos en exquisito estilo renacentista por Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano respectivamente, continuada en el siglo XVIII con los cuerpos del reloj y de las campanas, dirigidos por José López y rematada al final del mismo siglo con la cúpula y linterna obra de Ventura Rodríguez.
En el interior del templo, al comienzo de la girola, se distingue el espacio de la sacristía y antesacristía, obras interesantes de los maestros renacentistas Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano donde destacan las portadas de acceso.
En la girola sobresale por su belleza la capilla de los Vélez, dedicada a San Lucas, joya del Gótico de época de los Reyes Católicos, iniciada su construcción hacia 1490 por Juan Chacón, padre del primer Marqués de Veléz. La capilla, de planta central, tiene todas sus paredes cubiertas de abigarrada decoración en piedra labrada, entremezclándose las formas vegetales y las celdillas que contienen figuraciones fantásticas. Los nichos de cada tramo están coronados con los escudos familiares. Todo el recinto se cubre con una soberbia cúpula estrellada de diez puntas bajo la cual una inscripción perpetúa el nombre de los promotores de la obra.
Continuando por la nave de la epístola encontramos la capilla de Gil Rodríguez de Junterón, canónigo arcediano de Lorca e importante humanista murciano, siendo una apreciada obra del Renacimiento Español por su singular arquitectura, sus bóvedas y su decoración escultórica. El artista Jerónimo Quijano se encargó de la dirección de la obra, aunque todo el proyecto denota un elaborado gusto humanista combinando la iconografía cristiana del relieve de la Adoración de los pastores que preside la capilla, con las esculturas de las sibilas, personajes de la mitología clásica que profetizaron el nacimiento de Cristo.
En la nave principal se dispone la capilla mayor, con retablo neogótico del siglo XIX, que vino a sustituir a otro renacentista tras el incendio de 1854. Es considerada la capilla real por albergar en el lado izquierdo el sepulcro con el corazón de Alfonso X el Sabio, conservando en el lado derecho la urna con las reliquias de San Fulgencio, patrono de la Diócesis, y de su hermana Santa Florentina.
Frente al altar mayor se encuentra el coro, con sillería de nogal, donación de la Reina Isabel II, proveniente del convento de San Martín de Valdeiglesias, situándose a los pies del mismo el imponente órgano romántico del siglo XIX de la casa Merklin-Schütze.
En el trascoro se levanta la capilla de la Inmaculada, mandada construir en el siglo XVII por el Obispo Antonio de Trejo, que tras su viaje a Roma para solicitar la definición del Dogma de la Inmaculada Concepción, decide dedicar esta capilla recordando así la defensa del dogma inmaculista. Decorada con ricos mármoles de colores alberga la imagen de la Virgen, de escuela madrileña, representada con indumentaria que recuerda a las damas de la Corte de la Casa de Habsburgo.
El Museo Catedralicio. Entrando al templo por la Puerta de las Cadenas nos encontramos en el crucero norte donde se abre la entrada al antiguo claustro y actual Museo Catedralicio, al que se accede sobre restos arqueológicos musulmanes.
En el interior del Museo, se conservan las capillas más antiguas de la Catedral con restos de pinturas murales de época medieval. También se puede ver una colección de arte sacro, en los que destacan los retablos góticos de Bernabé de Módena, las pinturas renacentistas de Hernando de Llanos, dos cuadros de Lucas Jordán, las esculturas de San Jerónimo y la Virgen de la Leche. Son igualmente interesantes los sarcófagos romanos de época imperial labrados en mármol con la mitológica iconografía de las musas.
Además de visitar la Catedral y el Museo, también accedimos a lo más alto de la torre campanario.
Sus dos primeros cuerpos fueron construidos en estilo renacentista por Jacobo Florentino y Jerónimo Quijano respectivamente, continuada en el sgilo XVIII con los cuerpos del reloj y de las campanas, dirigidos por José López y rematada al final del mismo siglo con la cúpula y linterna obra de Ventura Rodríguez. En su interior se visitan algunas estancias como la sala de los secretos o la capilla llegando hasta el cuerpo de campanas desde donde se aprecian unas de las mejores vistas de la ciudad de Murcia y de su huerta.
Horario de la Catedral:
. De septiembre a junio: de martes a sábado de 7:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00. Los lunes, domingos y festivos cambia el horario de las tardes de 18:30 a 20:00.
. De julio a agosto: de lunes a viernes de 7:00 a 13:00 y de 17:00 a 20:00. Sábados, domingos y festivos de 7:00 a 13:00 y de 18:00 a 21:00.
La catedral es gratuita.
Museo: De martes a sábado de 10:00 a 17:00 y domingos y festivos de 10:00 a 13:00. Lunes cerrado. Entrada normal: 3€.
Se puede comprar una entrada conjunta al museo y a la torre por 5€. Las visitas a la torre son siempre guiadas a las 10, 12 y 16 horas y domingos y festivos a las 10 y 12 horas.
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