A las 7 de la mañana ya estábamos arriba un grupito de la expedición, y poco a poco el resto se fue levantando con más o menos sueño. Después de un suculento desayuno propio de un hotel de cinco estrellas, nos dispusimos a salir del apartamento con un propósito firme: visitar el Castillo de Edimburgo para el cual teníamos visita a las 9 y media.
En la misma parada del otro día, cogemos en esta ocasión el autobús 300 para pararnos lo más cerca posible del castillo que resulta ser el lugar donde se encuentra la estatua de Bobby, el famoso perrito que se quedó al lado de la tumba de su amo, en esta ocasión, no entraríamos en el cementerio pero sí nos hicimos una foto con la estatua, aunque el día se había levantado lluvioso y gris.
Y subiendo por toda la calle George IV pasamos por el también famoso restaurante The Elephant House en donde J.K. Rowling escribió su primer libro de Harry Potter, antes de hacerse millonaria.
Desde allí a la Royal Mile, medio vacía a esas horas, nada que ver con lo que a la salida del castillo nos encontraríamos.
Como podéis ver en las fotos, seguía lloviznando pero por poco tiempo, afortunadamente. Llegamos a la entrada del castillo antes de la hora, aún no habían abierto, esperamos unos minutos y por fin estábamos en la explanada donde colocan el escenario para la Royal Military Tattoo. Hay bastante gente pero en cuanto abren las puertas, nos vamos dividiendo, por un lado los que ya tenemos entrada que accedemos directamente al castillo y por otro lado los que se van a las taquillas a comprarlas.
La visita al castillo nos duró cerca de tres horas, y eso que íbamos a buen ritmo. Empezamos por la parte superior. Lo más destacable para mi gusto, las joyas de la corona de Mary Queen of Scots, la gran sala (the great hall) y sobre todo las vistas de todo Edimburgo desde el castillo. Por supuesto, os dejaré en el blog una entrada con toda la información del castillo y fotos. También me resultó muy curiosa un cementerio de mascotas, donde enterraban a los animales de los soldados.
También se visitan varios museos como el de la guerra, dos edificios dedicados a los diversos soldados que han luchado en todas las guerras mundiales y sobre la historia de Escocia. Algunos más interesantes que otros pero desde luego la visita al castillo es increíble, merece la pena pagar lo que cuesta.
También degustamos un poco de crema de whisky. Riquísima, aunque no fue del agrado de todos.
Por la expresión de su cara no parece que la crema de whisky fuera de su agrado, jejeje.
Una vez visitado el castillo, casi se nos hizo la hora de comer, así que enfilamos la Royal Mile visitando unas cuantas tiendas sobre todo la más cercana al castillo que era enorme y decidimos que cuanto antes fuéramos a comer, mejor, ya que al ser el Fringe no nos habían dejado reservar así que con nuestro 25% de descuento de internet del pub Deacon Brodie's Tavern, entramos a ver si teníamos suerte y había sitio libre. Nos dijeron que teníamos que esperar como una media hora y no nos lo pensamos, preferimos quedarnos a la entrada del restaurante en la primera planta esperando esa media hora, al fin y al cabo, no nos venía mal un descanso después de la visita al castillo.
Antes de nada, os cuento la historia del pub. Resulta que el tal Deacon Brodie era un respetable hombre de negocios de Edimburgo que trabajaba como fabricante de armarios instalando y reparando cerraduras, así como otros mecanismos de seguridad. Esto de día, porque por la noche se convertía en ladrón. Usaba su oficio diurno de cerrajero para obtener información acerca de los mecanismos de seguridad de sus clientes y copiaba las llaves creando moldes de cera. Utilizaba el dinero robado para mantener su doble vida, incluyendo cinco hijos, dos amantes y su vicio al juego. Su carrera criminal comenzó en 1768 hasta 1788 cuando fue colgado en el Toolbooth. Se dice que Robert Louis Stevenson se basó en él para su personaje del Dr Jekyll y Mr Hyde.
La verdad es que aparte de la historia del personaje del pub, comimos estupendamente, aprovechamos para probar la famosa haggis de aperitivo que no fue del agrado de todos, y después los chicos tomaron hamburguesa y los mayores nos decantamos por un riquísimo fish and chips.
Volvimos sobre nuestros pasos para visitar el primer close que según la página masedimburgo merecía la pena: el de Ramsay Gardens. El responsable del mismo fue el botánico y urbanista Patrick Geddes que se dedicó a la renovación de la Old Town después de que se degradara durante la época victoriana.
A continuación pasamos a James Court, esta plazoleta se edificó hacia 1725 y los habitantes célebres no tardaron en llegar, entre ellos, el filósofo David Hume.
Y de este close enlazamos directamente al siguiente, Lady Stair's close en donde se ubica el museo de los escritores dedicado a tres grandes escritores escoceses: Sir Walter Scott, R. L. Stevenson y Robert Burns.
En el suelo hay un sendero literario formado por citas de escritores inscritas en la piedra.
Volvimos a la Royal Mile, y directamente fuimos a tocar el dedo gordo del pie de la estatua de David Hume, que dice que da suerte a los estudiantes.
Y lógicamente entramos en la catedral de St. Giles, que es gratuita como los museos, solo tienes que pagar dos libras si quieres hacer fotos. Una preciosa catedral gótica en cuyo interior destaca la capilla Thistle (capilla del cardo).
Había tanta gente en la Royal Mile, como podéis ver en la primera foto, que nos costó encontrar el famoso Heart of Midlothian. Este corazón marca el lugar en el que antaño se encontraba la prisión de la ciudad, que fue construida durante el siglo XV y derruida en el año 1817.
Dicen que si escupes sobre el corazón, costumbre que proviene de los tiempos en que se ejecutaba a los condenados en el interior de la antigua prisión, vuelves a Edimburgo y he de reconocer que una servidora lo hizo.
Otro de los lugares cerca de la catedral que te llamará la atención es el Market Cross, un mercado marcado con una cruz que originalmente fue un lugar donde los comerciantes se reunían; más tarde se convirtió en el centro de la ciudad, donde se llevaban a cabo eventos como ejecuciones, anuncios o proclamas.
También pasamos al City Chambers, porque en el suelo en su interior se encuentran las manos de J.K. Rowling y lógicamente nuestra friki de Harry Potter se hizo la foto de rigor.
Antes de ya desviarnos de la Royal Mile, accedimos al interior del Advocate Close, un callejón del siglo XVI.
La verdad es que estábamos tan felices de estar en Edimburgo por fin que no nos importaba que la Royal Mile estuviera repleta de gente por el Fringe, impresionante que en cada esquina te encontrarás todo tipo de actuaciones, gente cantando, tocando algún instrumento, bailando, increíble. Y la enorme cantidad de obras de teatro que podías ver en esas fechas, cultura a un precio económico para todos los públicos.
Y desde Grassmarket volvimos al cementerio de Greyfriars aunque he de decir que, incluso con mapa en la mano, nos costó bastante encontrar el camino, porque nos quedó muy claro que Edimburgo está construido en dos niveles bien diferenciados como podéis ver en la foto siguiente. ¡Qué ambientazo por el Fringe!
Lo primero que te llama la atención del cementerio, aparte de su ubicación, que esté en pleno centro de la ciudad, es que la gente entra en él para pasear, incluso para sentarse en los jardines, descansar y disfrutar de la tranquilidad, frente a todo el bullicio de la calle.
Por supuesto vimos la tumba del perrito Bobby, y aunque agotados, pudimos por fin ver las dos tumbas en las que supuestamente se basó J.K. Rowling para dos de sus personajes de Harry Potter, y desde el cementerio a través de una verja, puedes ver el colegio George Heriot en el que se supone que la autora también se basó para Hogwarts.
A pesar ya del cansancio, volvimos a Princes Street para tomar el autobús que nos llevara de vuelta al apartamento y además queríamos terminar unas compras en Sports Direct, cosa que no pudimos porque cerraron antes de la hora.
Aprovechando que estábamos de nuevo en Princes Street, en esta ocasión sí que pudimos ver la parte de los jardines que no pudimos el día anterior por el concierto, y así vimos el Floral Clock, la casa del jardinero y por supuesto la Fuente Ross con la preciosa vista del castillo.
Ahora ya sí que sí se nos hizo la hora de volver al apartamento, cogimos de nuevo el 44 que nos dejaba en St. Michael's church, duchas, cena y a dormir que al día siguiente teníamos para empezar el palacio de Holyrood y todo un día por delante para disfrutar de la preciosa Edimburgo, a ver si volvíamos a tener suerte con el tiempo y no nos llovía.
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