Hace ya cuatro años del estreno de la película Amanece en Edimburgo (Sunshine on Leith en inglés) y desde entonces, tenía muy claro que algún día podría pasear por las calles de esta hermosa ciudad, tarareando la canción 500 miles de Proclaimers al igual que esa escena final de la película en la explanada del Museo de Pintura de Edimburgo. Y por fin, llegó ese día, 9 de agosto de 2018, volamos con EasyJet, un vuelo perfecto y con mucha expectación tanto en el aeropuerto como al ir aterrizando.
Llegamos en hora al aeropuerto de Edimburgo y sin problemas pasamos el control y recogemos las maletas. Hemos reservado traslado al alojamiento con Civitatis, era la primera vez que lo hacíamos con esa empresa y la verdad es que tanto a la ida como a la vuelta ha funcionado de maravilla. De hecho al aterrizar ya tenía una llamada perdida y un email del conductor diciéndonos donde nos esperaba. En poco menos de 30 minutos llegamos a Harrison Gardens, en donde estaba el apartamento que habíamos reservado en booking. Tuvimos que esperar una media hora más o menos hasta que Becky apareció ya que no podíamos hacer el check-in hasta las 3 (al final pude convencerla de que fuera a las 2 y media). Aprovechamos el tiempo para comer, y afortunadamente lucía el sol. You've brought the sunshine, fue lo que nos dijo Becky al vernos.
Del apartamento tenéis una entrada con todo lujo de detalles en el blog. Precioso, Becky nos dio toda la información que necesitábamos para hacer nuestra estancia más agradable y en cuanto nos aseamos un poco, y sacamos las cosas de frío de la maleta, nos fuimos directos a la parada del autobús que nos llevaría a Princes Street. Como solo teníamos la tarde, la dedicamos en principio a las compras. Desde la parada de St. Michael's Church en Slateford Road cogimos el 44 que en menos de media hora nos llevó a la New Town.
Subimos a la planta de arriba del autobús para hacer fotos en el trayecto. Por cierto, que sepáis que los conductores no llevan dinero para cambiar, así que tienes que meter el importe exacto en una especie de caja. Como nosotros éramos 6 adultos y 1 niño, en total 11 libras por trayecto.
Nos bajamos en plena calle Princes Street, la calle comercial de Edimburgo, una especie a Oxford Street para Londres. Recibe su nombre en honor a los dos hijos del rey Jorge III: el Duque de Rothesay y Federico Augusto de Hannover. Empieza con la iglesia de St. John's y acaba en el Hotel Balmoral, famoso porque allí se hospedó J.K. Rowling para escribir su último libro de la saga de Harry Potter.
Nada más bajarnos del autobús, frente a nosotros este imagen.
El reloj del Hotel Balmoral, el Monumento a Scott, la noria de Princes Gardens y al fondo el Monumento a Nelson en Calton Hill.
Vamos a empezar a recorrernos todas las tiendas de la calle, Lush, Sports Direct, Waterstones, Cath Kidston, Primark, Boots, JD Sports, Debenhams, New Look,... eso sí, algo más caro que Londres, muy pocas rebajas pero algunas zapatillas y camisetas del Primark se volvieron para casa en la maleta, jejejeje.
Tampoco pudimos resistirnos a la tentación de probar unas galletas de la tienda Ben's cookies y allí nos enteramos que las monedas de una libra que teníamos de nuestro anterior viaje a Londres ya nos servían porque las habían retirado de la circulación.
Mirando hacia el castillo, pudimos ver su silueta, impresionante.
Pero como no solo de compras vive el hombre, decidimos acercarnos a The Mound para entrar en la National Gallery (gratis por supuesto). Algo más pequeña que la de Londres pero con una sala 6 con cuadros de El Greco, Murillo, o Velázquez entre otros.
Nos bajamos en plena calle Princes Street, la calle comercial de Edimburgo, una especie a Oxford Street para Londres. Recibe su nombre en honor a los dos hijos del rey Jorge III: el Duque de Rothesay y Federico Augusto de Hannover. Empieza con la iglesia de St. John's y acaba en el Hotel Balmoral, famoso porque allí se hospedó J.K. Rowling para escribir su último libro de la saga de Harry Potter.
Nada más bajarnos del autobús, frente a nosotros este imagen.
El reloj del Hotel Balmoral, el Monumento a Scott, la noria de Princes Gardens y al fondo el Monumento a Nelson en Calton Hill.
Vamos a empezar a recorrernos todas las tiendas de la calle, Lush, Sports Direct, Waterstones, Cath Kidston, Primark, Boots, JD Sports, Debenhams, New Look,... eso sí, algo más caro que Londres, muy pocas rebajas pero algunas zapatillas y camisetas del Primark se volvieron para casa en la maleta, jejejeje.
Mirando hacia el castillo, pudimos ver su silueta, impresionante.
Pero como no solo de compras vive el hombre, decidimos acercarnos a The Mound para entrar en la National Gallery (gratis por supuesto). Algo más pequeña que la de Londres pero con una sala 6 con cuadros de El Greco, Murillo, o Velázquez entre otros.
Y como los protagonistas de Amanece en Edimburgo, con puestos de una feria de artesanía y objetos varios, con el stand de venta de entradas del Fringe y con una gran multitud de personas y gente actuando, por fin pude hacerme una foto con una de las vistas más impresionantes de la ciudad.
Seguimos paseando un poco más por Princes Street pero enseguida torcimos por Hannover Street para acercarnos a HMV (Fopp en Edimburgo) para hacer acopio de unos cuantos DVDs.
Os cuento ahora una de las anécdotas del viaje, al lado de la tienda de Fopp había una tienda de juegos de videoconsolas y los dos más jóvenes del grupo se acercaron a ver si compraban el Farcry 5, cuando vieron que estaba mucho más barato que en España el pequeño fue a comprarlo pero como es un juego catalogado para mayores de 18 años no se lo vendieron, ni siquiera a su hermano mayor que ya tiene 19 porque sabían que se lo iba a dar a él. Tuvo que ir más tarde el padre de los dos a comprarlo. Sé que a algunos os parecerá una tontería pero la verdad es que aplaudo esa mentalidad, aunque lógicamente al final el peque de la casa está jugando, pero al menos para mí siempre quedará la sensación de que así es como se funciona en un país desarrollado.
A estas alturas del día y después del madrugón y los nervios del viaje, el cansancio empezó a hacer mella en nosotros, así que vimos un Sainsbury's en la esquina, entramos, compramos por 3 libras un sandwich, un snack (dulce o salado) y una bebida para cada uno y nos fuimos a tumbarnos al césped en St. Andrew Square aprovechando que el sol seguía brillando para darnos la bienvenida.
Después de un pequeño descanso, las chicas nos acercamos al Hard Rock Café para que una de las componentes del grupo se pudiera comprar su camiseta de rigor y así seguir con colección. Este se encuentra en George Street, en donde también pudimos ver, aunque no entráramos, el famoso restaurante The Dome.
Una vez que ya estábamos todos reunidos, volvimos a Princes Street. Por desgracia, ningún valiente tenía fuerzas para afrontar las escaleras del monumento a Scott, así que lo dejamos para otra ocasión. Justo al final de la calle, se encuentra el Hotel Balmoral, donde, como ya os he comentado, J.K. Rowling terminó de escribir el último libro de la saga de Harry Potter. Desde luego por fuera el edificio es impresionante, pero no me veo pagando las 1000 libras que al parecer vale la suite con el nombre de la autora por noche, jejejeje. Pasamos también por los almacenes Jenners, pero el cansancio nos impidió entrar en ellos, cosa que hicimos más adelante.
Empezamos a recorrer los Princes Street Gardens pero por desgracia solo pudimos pasear por el tramo antes de la National Gallery, porque la otra parte estaban cerrados ya que había un concierto y habían cerrado a las 2 de la tarde. La verdad es que tampoco nos importó mucho, ya lo haríamos otro día, además ya estábamos tan cansados que solo pensábamos en volver al apartamento, cenar e irnos pronto a dormir que ya nos esperaba todo un día completo en la ciudad. Eso sí, las vistas desde los jardines de la parte antigua (Old Town) de la ciudad son increíbles.
Antes de empezar nuestro ansiado descanso, tuvimos la fortuna de toparnos con el doble de Sherlock y con un chico tocando la gaita que nos emocionó.
Dimos por finalizadas esas primera horas en la ciudad, y nos retiramos a nuestro precioso alojamiento en Harrison Gardens. Al día siguiente había que madrugar que teníamos reserva para visitar el castillo a las 9 y media de la mañana.
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