Volver a Cuenca es siempre un placer, y más si va uno bien acompañado. Así que aprovechando un fin de semana de Julio y preparándonos para el gran viaje de verano, hicimos una visita a Cuenca capital para dar uno de nuestros paseos a conciencia.
Aparcamos en la Calle Larga, una zona más allá de la muralla perfectamente preparada para encontrar aparcamiento gratis y cerca del centro histórico.
Ya desde allí, pudimos hacer algunas fotos del Parador de Cuenca y del famoso puente de San Pablo, ya nos dimos cuenta de la belleza de esta ciudad situada en un promontorio entre los ríos Júcar y Huécar.
Pasamos por el Arco de Bezudo, que conserva un escudo con toisón y forma parte de lo que queda de la muralla. En esta misma zona se encuentran los restos del castillo, con tan solo dos construcciones cúbicas en pie. Fue fortaleza árabe y conquistado por Alfonso VIII en el siglo XII, la última reforma se produjo en la época de Felipe II.
Cruzando ya el Arco y bajando por la calle Trabuco nos encontramos con la estatua de Fray Luis de León.
Y un poco más adelante el Museo Fundación Antonio Pérez, ubicado en lo que era el Convento de las Carmelitas Descalzas, en el que no entramos.
En una pequeña bocacalle vemos el Arco del Trabuco y unas preciosas vistas de la hoz del río Júcar.
Un poco más abajo se encuentra la Iglesia de San Pedro, a la que no pudimos entrar en ese momento pues abrían a las 11. Luego ya antes de comer, sí que pudimos hacerlo.
Un poco antes de llegar ya a la Plaza Mayor en donde se encuentra la catedral, vimos los restos de la Iglesia de San Pantaléon.
La Plaza Mayor tiene forma trapezoidal y escenario de las principales eventos de la ciudad.
En ella se ubica el Ayuntamiento, la Catedral y el Convento de las Petras. El edificio actual del Ayuntamiento es del siglo XVIII y fue proyectado por Jaime Bort, en 1733. Consta de tres cuerpos. El problema que se le planteó al arquitecto fue el de pode cerrar la plaza manteniendo su accesibilidad, solución que dio con la incorporación de los tres arcos en el cuerpo inferior.
La Catedral de Santa María de Gracia fue el primer edifico que se comenzó a construir tras la conquista de la ciudad, en el lugar donde se emplazaba la antigua alcazaba musulmana. Según Lamérez,arquitecto d ela fachada, es el más claro ejemplo de protogótico conquense, y considerada como el más temprano ejemplo de Gótico en España. Comenzó a edificarse a finales del siglo XII, se consagró en 1208 por el arzobispo Ximénez de Rada, aunque no fue terminada hasta 1271. Es un edificio complejo con retos de transición del Románico al Gótico de finales del siglo XII, otros del siglo XIII y otros del siglo XV. Tiene planta de cruz latina con tres naves y una sola en el crucero. Es un edificio más que discutido en cuanto a influencias. Para unos, sus bóvedas sexpartitas manifiestan un influjo cisterciense borgoñon, para otros, el empleo de doble crucero, decoración de dientes de sierra y la torre linterna cuadrada, manifiesta un influjo inglés. La serie de capillas que cubren las naves laterales fueron edificadas en elos siglos XVI y XVII, destacando la de los Apóstoles, la del Espíritu Santo y la de los Caballeros, además de las salas nobles, como la sacristía y la Sala Capitular.
Os dejo aquí unas cuantas fotos, pero ya dedicaré una entrada independiente a la catedral y más teniendo en cuenta que a diferencia de nuestra anterior visita a Cuenca en 2007, ahora ya dejaban hacer fotos sin flash en todo el interior. Eso sí, un poco cara y sin descuento para minusválidos.
En esta terraza que veis en la última foto se puede salir y hacer unas preciosas fotos de Cuenca.
Una vez visitada la Catedral nos dirigimos hacia el Puente de San Pablo para poder hacer unas fotos de las famosas Casas Colgadas y cruzando el mismo acercarnos hasta el Convento de San Pablo, actualmente Parador Nacional.
Por el camino, accedimos al Museo de Cuenca, que al ser sábado, era gratuito. Así que aprovechamos la circunstancia, y pasamos a su interior.
El Museo de Cuenca está situado en la Casa del Curato. Ofrece un resumen de la historia de Cuenca, a través de los restos arqueológicos hallados en los diversos yacimientos de la provincia, desde el Paleolítico hasta la Edad Moderna. Las colecciones más espectaculares corresponden a época romana, procedentes de los yacimientos de Segóbriga, Valeria y Ercávica.
Las Casas Colgadas son sin duda el edificio más emblemático y conocido de la ciudad de Cuenca. No se sabe con exactitud su origen que para unos es musulmán mientras que para otros es medieval. Pudo ser una antigua casa solariega en virtud del escudo del canónigo Gonzalo González de Cañamares encontrado en su interior. El mito, la magia y la leyenda las elevó a la categoría de monumento. En la actualidad son tres casas restauradas en el siglo XX. En dos de ellas está ubicado el Museo de Arte Abstracto Español (Casas del Rey) y en la otra un mesón típico (Casa de la Sirena).
Disfrutad de las vistas de la panorámica de las casas colgadas y de Cuenca desde el Puente de San Pablo. Existía un puente de piedra construido entre 1533 y 1589 pero se desmoronó. En 1902 se construyó el actual, de hierro y madera, siguiendo las tendencias arquitectónicas de la época.
Cruzamos el Puente para llegar al Convento de San Pablo con portada barroca. Y accedemos a su interior, para visitar el claustro, ya que al ser parador, la mayoría de las estancias son solo de visita para los huéspedes. Además, está bastante reformado. Fue levantado como convento dominico en 1523. En la iglesia se encuentra el museo Torner en donde se exponen obras de este escultor y pintor.
Seguimos disfrutando de nuestra visita a la ciudad, y nos acercamos a la Torre de Mangana. Se trata de un edificio del siglo XVI, restaurado en el siglo XX. Desde la torre, el reloj de la ciudad nos recuerda constantemente con sus campanadas monótonas la fugacidad del tiempo.
Seguimos nuestro paseo de nuevo hacia donde habíamos aparcado, disfrutando del paisaje de las hoces y de los palacios y casas solariegas de Cuenca.
De vuelta al aparcamiento, con cierta dificultad, pues tuvimos que preguntar varias veces, llegamos hasta el Cristo del Pasadizo, famoso por una leyenda que dice así:
Había un chico llamado Julián que era jornalero, buen mozo él, que se enamoró de una chica que se llama Angustias. Todas las tardes, después de su trabajo Julián iba a la reja de Angustias a cortejarla. Estos ya hacían planes de futuro, donde vivir, cuántos hijos tener... A los padres de Angustias no les hacía mucho chiste que su hija se casara con un hombre de un escalafón social más bajo que ellos y no dejaban a la pareja hacer vida en común. Pero un día Julián se enteró de que hacían falta hombres para la guerra en Italia. El chico pensó que podía hacer fortuna con las armas y así se podría casar con Angustias.
Así que se alistó para ser soldado. Antes de partir, los dos enamorados fueron a jurarse amor eterno ante el Cristo del Pasadizo y de rodillas ante él se comprometen a que ninguno de los dos pensara en otro, mientras no se tuviera la certeza de la muerte de uno de ellos.
Angustias se queda sin novio, triste y apenada. Pasan los días, los meses y Julián no regresa. La chica se aburre y empieza a tener demasiados pretendientes, hasta que un día un chico avispado llamado Lesmes empieza a salir con ella.
Pasaron dos años y Julián volvió; con más dinero y con mucha mejor posición social de la que se fue de Cuenca. Estaba loco de contento porque iba a volver a ver a su amada y pensó en darle una sorpresa yendo a su reja por la noche a darle un gran beso de enamorado.
Llegó la noche y Julián fue a la reja y menuda sorpresa se llevó al verla con Lesmes. Julián sacó su espada y luchó contra Lesmes pero con la mala suerte de que tropezó con un escalón. Lesmes aprovechó la circunstancia y le asestó un letal golpe con su espada.
Angustias empieza a gritar pidiendo auxilio. Lesmes huye para no ser apresado y se sube a las almenas de la Ronda del Huécar para desde allí pegar un salto, con la mala fortuna de tropezar y desnucarse en la caída.
Angustias queda muy consternada y se siente culpable de la muerta de los dos muchachos, por ello decide recluirse para siempre en el cercano Convento de las Petras y promete que solo saldrá a la calle todos los días a las doce de la noche para ir a pedir por sus almas al Cristo del Pasadizo.
Al pasar de nuevo por la Iglesia de San Pedro, ya se encuentra abierta, así que pasamos a su interior. Construida sobre los restos de una antigua mezquita, llama la atención la originalidad de su planta octogonal. El templo es del siglo XVIII, obra del arquitecto Martín de Aldehuela.
Con la entrada al templo, también se puede acceder a la parte superior de la torre desde donde se pueden hacer algunas fotos más de toda Cuenca.
Pasamos otra vez por el Arco de Bezudo y decidimos comer en el Bar El Castillo, del que ya tenéis amplia información en otra entrada.
Gracias a las indicaciones del camarero, llegamos sin problema a nuestro último punto de esta visita a Cuenca: el Mirador del Cerro del Socorro. Las vistas desde lo alto impresionantes. Disfrutadlas.
Una breve escapada a Cuenca, preparándonos para las vacaciones de verano, muy bien aprovechada. Espero que os haya gustado el reportaje.
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