El Battistero di San Giovanni es casi con seguridad el edificio más antiguo de Florencia. Durante siglos, aquí se bautizaba a todos los niños florentinos, lo que le dio un significado simbólico que lo hizo más preciado para la ciudad que la propia catedral.
Durante gran parte de la Edad Media los florentinos olvidaron los orígenes de su baptisterio, convencidos de que era una estructura de origen roano, un templo pagano dedicado a Marte, el dios de la guerra, que se convirtió en templo cristiano - eso creían - en el siglo IV, durante el reinado del emperador Constantino.
Hoy esa teoría está descartada, aunque algunos estudiosos todavía no están seguros respecto al origen exacto del baptisterio. La mayoría de los especialistas creen que la construcción actual ocupa el lugar de un edificio romano del siglo I - probablemente una gran domus, o casa - aunque muchas de las enormes columnas de granito de su interior seguramente proceden del edificio del capitolio romano de Florencia.
La primera referencia documental de un edificio en ese lugar se remonta a 897, cuando se menciona como la catedral de la ciudad. Gran parte de la decoración de inspiración clásica data de 1059 al 1128, como mínimo, un periodo de combinación exterior de pilares, cornisas y frisos de mármol. Ese estilo decorativo influiría en los arquitectos toscanos y en el aspecto de las iglesias románicas de la región a lo largo de los siglos.
El esplendor de la decoración final no fue casual. Fue encargado y pagado por el gremio de comerciantes, el Arte di Calimala, el más poderoso de los gremios de la ciudad y el organismo encargado del mantenimiento y conservación del baptisterio.
Al ocuparse de uno de los edificios más importantes de la ciudad, el Arte di Calimala entró en competencia con un gremio rival, casi tan rico como él, el Arte della Lana que era el responsable de la catedral.
En su exterior, sin duda lo más destacable son las famosas Puertas del Paraíso, a las que dedicará una entrada especial.
La primera impresión al entrar es sobrecogedora, ya que al levantar la vista se descubre un majestuoso techo cubierto de mosaicos, obra realizada en su mayor parte en el siglo XIII, iniciada por artesanos venecianos según planos de artistas locales, ya que los florentinos tenían poco o ningún conocimiento del mosaico. Su narrativa sumamente compleja incluye episodios de la vida de Cristo, san José, la Virgen y Juan Bautista.
También merecen un comentario la serie de columnas de granito del interior, probablemente traídas desde el viejo capitolio romano, y el elaborado pavimento de mármol en mosaico.
El Baptisterio fue ampliado con un ábside rectangular en el lado oeste en el año 1202.
Sin tener la espectacularidad del Baptisterio de Siena, sin duda, bien se merece una visita fundamentalmente para poder observar al detalle ese techo de mosaicos dorado. Y por supuesto las famosas Puertas del Paraíso.
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