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Visita a Úbeda

En Noviembre del 2015, de vuelta a casa desde Granada, hicimos parada en Úbeda, situada en el centro geográfico de la provincia de Jaén, al oeste de las boscosas Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, y bordeando la margen derecha de un Guadalquivir apenas retoño, se extiende la ciudad de Úbeda, declarada Patrimonio de la Humanidad desde el 3 de julio de 2003.

Hospital de Santiago

Empezamos nuestro recorrido por Úbeda en el Hospital de Santiago, ya que aparcamos sin problemas en las inmediaciones del mismo. Éramos conscientes de que sería una visita exprés puesto que el tiempo apremiaba, pero íbamos bien preparados con nuestros horarios y con el mapa de rigor.

El Hospital de Santiago fue declarado Monumento Arquitectónico Histórico Nacional en 1917.

Construido por orden del Obispo de Jaén D. Diego de los Cobos, pariente cercano de D. Francisco de los Cobos, fue levantado en tan solo trece años entre 1562 y 1575.

El arquitecto director de la construcción es Andrés de Valdelvira.

La planta en la que domina como en todo el edificio la simetría, consta de un patio central cuadrangular que tiene ubicada al fondo la capilla. A ambos lados del patio central hay dos patios laterales más pequeños que quedaron inacabados. Y al lado de la capilla, en la esquina derecha del patio, está la monumental caja de escalera.

En el exterior, la ornamentación deja paso a la grandiosidad volumétrica del edifico que queda conformado como un gran cuerpo perfilado por sus cuatro torres, para ser visto desde lejos.

La fachada, elevada sobre una lonja, está dividida por una ligera moldura, en dos paramentos. La portada está formada por arco de medio punto con dovelaje de gran tamaño, sobre el que hay una lápida con la inscripción: "María concebida sin pecado", y coronando la fachada, un tabernáculo que alberga el relieve de Santiago Matamoros, advocación a la que está dedicada la fundación, ya que parte de la familia había pertenecido a la Orden Militar de Santiago.






Las grandiosas torres delanteras también tienen un valor simbólico y no funcional ya que son macizas. Estaban cubiertas por chapiteles con teja cerámica vidriada, que fueron sustituidos en el siglo XX por cubiertas a cuatro aguas.

    


El patio central cuya estructura y situación es fundamental para la articulación del edificio al distribuir todas las dependencias, responde al esquema de patio renacentista que hay en otros edificios de la ciudad, tiene doble arcada, con columnas de mármol corintias muy estilizadas.



    







     




La capilla tiene el acceso principal desde el patio, a través de una extraordinaria y sólida reja diseñada por Vandelvira en 1573, y realizada por el ubetense Juan Álvarez de Molina. Su original planta, en forma de hache, viene configurada por la atípica situación de dos torres en el centro de la iglesia, las cuales, junto con dos grandes bóvedas vaidas rodeadas de cuatro de cañón, hacen un juego de fuerzas y empujes que aportan gran estabilidad a la construcción. Estas dos torres mantienen la cubierta original.










El coro está situado sobre la puerta de entrada. De su magnífic sillería, realizada por el giennense Blas Briño en el siglo XIV, se salvaron algunas tablas que hoy forman el retablo del altar mayor.


La escalera es un espacio representativo de la arquitectura civil palaciega de la época, y es el lugar, junto con el patio, de mayor ornamentación del edificio.

Su tamaño es monumental. Está cubierta con bóveda de casetones muy rebajada, ochavada y sobre trompas. El juego de luces de sus ventanas produce una sensación de ingravidez que nos recuerda al arte hispano-musulmán. Está decorada con pintura mural en la que aparece el escudo del fundador y en la bóveda pinturas de reyes castellanos, Padres de la Iglesia y Santas Vírgenes.












Sin duda, uno de los monumentos de Úbeda que mejor impresión nos causó.

En nuestro paseo por Úbeda, seguimos visitando los lugares más emblemáticos de la villa y así llegamos a pocos metros del Hospital de Santiago a la Iglesia de San Isidoro, que afortunadamente encontramos abierta, cosa que siendo domingo no iba a resultar nada fácil.












Llegamos a la Plaza de Andalucía con la Torre del Reloj y la Iglesia de la Santísima Trinidad que en esta ocasión encontramos cerrada.



















      


Nos adentramos así en el centro histórico de Úbeda para llegar al Museo Arqueológico.





    


Una gozada pasear por sus calles estrechas llenas de casas blasonadas y palacios.
En el centro histórico de Úbeda se halla ubicado en la Casa Mudéjar, un interesante ejemplo de arquitectura doméstica de entre los siglos XIV y XV, situada en un entramado de calles que conserva el trazado medieval de la ciudad.

Se organiza en torno a un patio central, adintelado, sustentado por columnas, con dos niveles de altura al que se abren las distintas dependencias, destacando especialmente la arquería del porche de entrada.

     










Este edificio, utilizado como casa de vecinos hasta los años 60, fue rehabilitado para su actual uso, inaugurándose como museo el 18 de enero de 1973.

El espacio expositivo está condicionado por las características del edificio sede del Museo y se extiende tanto a las tres salas como al porche de entrada, patio, entrepatio y galería alta.

En la planta baja tenemos la sala de prehistoria, y en la planta alta, la sala de cultura ibérica y colonizaciones y la de cultura visigoda y musulmana.

Aquí tenéis algunas fotos de los objetos expuestos en el Museo de Arqueología de Úbeda.












Seguimos nuestro paseo por Úbeda de camino a la Plaza del Ayuntamiento.

Bajando por la calle Cervantes, llegamos a la Plaza del Primero de Mayo en donde se encuentra la Iglesia de San Pablo. La portada sur, que da a la plaza, está compuesta por ojivas góticas y sigue un estilo gótico isabelino. A pesar de las numerosas reformas se ha conservado el ábside románico de la primitiva construcción, con sus curiosos canecillos con la popular bailarina que salta, brinca y se contorsiona. Una figura que encontramos rodeada de músicos, juglares y saltimbanquis.

Cuenta con una torre y una fuente, adosada a la cabecera, también renacentista del siglo XVI.










Justo en la esquina de la plaza y María de Molina, se encuentran las Antiguas Casas Consistoriales del siglo XVI-XVII. Constituye un magnifico ejemplo de arquitectura civil de carácter público, que toma como modelo ejemplos del renacimiento italiano, con fachada de doble galería porticada.





    
De camino a la Plaza del Ayuntamiento, pasamos por la Casa de los Salvajes, llamada así por las figuras de su fachada.




Lo primero que llama la atención de esta plaza son sus dimensiones y por supuesto sus edificios. Tan impresionante es que no sabes muy bien dónde mirar.


Empezamos con la Sacra Capilla Funeraria del Salvador del Mundo, el templo más ambicioso de toda la arquitectura privada del siglo XVI.


Se trata del panteón que mandó construir en su ciudad natal Francisco de los Cobos, el más alto dignatario de la España imperial. La fachada principal, realizada por el gran escultor francés Esteban Jamete, es una de las más ricas del Renacimiento español. La imponente portada sigue una estructura de gran arco de triunfo con los dioses del mndo clásico esculpidos en su intradós, sobre el que aparece un relieve con la Transfiguración de Jesús.






Las portadas laterales, diseñadas por Vandelvira, muestran un plateresco avanzado y culto.


En el interior destaca el retablo del altar mayor, con la impresionante escultura de Cristo en la Transfiguración de Berruguete. La planta es de una cabecera circular cubierta por una cúpula, que sigue el modelo clásico del Panteón de Roma, a la que se une una nave longitudinal, reproduciendo las mismas proporciones del cuerpo humano.

     





     









Otro de los monumentos emblemáticos de esta plaza es el Palacio del Deán Ortega, construido también por Vandelvira a mediados del siglo XVI. En su fachada destaca la simetría en el ritmo y el tamaño de los vanos y los peculiares balcones en las esquinas. Actualmente es Parador Nacional.




Accedimos a su interior para visitar el patio, en el que al igual que en el resto de los palacios de la ciudad, las columnas son extraordinariamente esbeltas, una de las características del Renacimiento andaluz.


Nos fuimos acercando a la Plaza del Ayuntamiento. En primer lugar nos llama la atención el Palacio de Juan Vázquez de Molina, construido hacia la mitad del siglo XVI de nuevo por Vandelvira. Se estructura horizontalmente en tres plantas y verticalmente en siete calles de diferente anchura, para conseguir un efecto óptico de simetría y solidez.

Otro de los monumentos destacables de esta plaza es la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares, la iglesia principal de la ciudad.

La iglesia cristiana ocupa el emplazamiento de la antigua mezquita mayor de la ciudad musulmana, y es el resultado de un larguísimo proceso de construcción que abarca desde los siglos XIII al XIX.

En la portada principal, tardorrenacentista como la lateral, destaca el relieve de la Adoración de los Pastores, basado en un dibujo del pintor manierista italiano Zuccaro. Las dos portadas dan acceso a un bello claustro gótico de finales del siglo XV y principios del XVI.



     

    


El interior del templo consta de cinco naves de igual altura, separadas por pilares y arcos ojivales, a las que se abren un elevadísimo número de capillas, con algunas de las muestras más excelentes de la rejería religiosa andaluza.









    


Iba llegando ya la hora de hacer un pequeño descanso llenando la barriguita, así que encontramos un pequeño bar cerca de la plaza principal en donde degustamos unas riquísimas tapas.


Por desgracia, nuestra visita a Úbeda tenía que terminar. Nos habíamos dejado en el tintero muchas lugares por descubrir pero al ser domingo la gran mayoría se encontraban cerrados y además, como he dicho antes, aún teníamos cuatro horas largas hasta llegar a casa después de un fantástico puente en el que habíamos disfrutado de la compañía y de la belleza de Andalucía, mención aparte a La Alhambra, ese lugar que se te queda clavado en el corazón para siempre.

Un paseo de vuelta al coche y la despedida final. Sin duda, volveremos a Úbeda.









      





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