La villa de Aínsa, capital del municipio de Aínsa-Sobrarbe es un pueblo de la provincia de Huesca, en la comarca de Sobrarbe.
Y
por supuesto estando hospedados a no muchos kilómetros de esta hermosa
villa, decidimos dar un paseo por Aínsa y descansar tomando un
refrigerio en su preciosa Plaza Mayor.
Lo primero que hicimos fue
aparcar en los aparcamientos que se encuentran en la nacional que cruza
la localidad, justo al lado del restaurante La Parrilla, en donde
comimos.
También se puede dejar el coche en el aparcamiento
situado al lado de la Plaza Mayor, con lo que evitas tener que subir
andando por unas escaleras pronunciadas hasta el centro histórico, pero
este parking es de pago.
Aparcar abajo te permite disfrutar de las vistas del río Cinca según vas subiendo.
Y así pasando por el Portal de la Muralla, llegamos a Aínsa. Dos calles paralelas te llevan hasta la Iglesia de Santa María.
Iglesia de Santa María
La
construcción de la iglesia, de estilo románico se inició a finales del
siglo XI y debió terminar en la segunda mitad del siglo XII. Consta que
su consagración tuvo lugar en 1181. Ha sido restaurada en los años
1072/74.
La
nave de la iglesia es de arco ligeramente apuntado. El presbiterio, con
eje distinto al de la nave, contiene en su ábside una bóveda de horno,
muy vistosa por su piedra blanda de color rojizo. En este ábside hay un
Cristo de sencilla talla moderna y una imagen de la Virgen del siglo
XIII y que procede de un pueblecito hoy deshabitado.
La pila bautismal es lisa, pero su tamaño la hace digna de admiración.
El claustro es muy original en su forma, con elementos diversos debido a restauraciones habidas a lo largo de los siglos.
La
cripta presenta dieciocho columnas, con doce capitales renovados y
distinguidos por una R. La bóveda de hormigón armado y ladrillo, se
justifica por la necesidad de no correr el peligro de falsearla, pues no
quedaban restos de la antigua.
La torre.
Restaurada, junto con la plaza porticada, en los años 1967/70. Se observan, desde el exterior, dos arcos de descarga.
En
las dos primeras plantas elevadas hay observatorios y saeteros que
sirvieron a los fines defensivos de la población. En la tercera están
las campanas. Actualmente sólo se puede subir hasta esta tercera planta
desde donde se puede divisar la inmensa Plaza Mayor de Aínsa.
Después
de disfrutar de las vistas de la villa de Aínsa desde la torre de la
iglesia, nos adentramos en la impresionante Plaza Mayor de la localidad.
Parece datar de los siglos XII y XIII, los de mayor auge de la
villa, esto explica las enormes dimensiones de la misma y que, junto con
la perfecta conservación de los edificios originales, la convierten en
una de las más hermosas plazas medievales de España.
De planta
trapezoidal más estrecha en la parte oriental que la occidental, todavía
conserva restos de la primera muralla, el Portal alto que da a la calle
Mayor (Gonzalo I) y el actual edificio del Ayuntamiento.
El elemento
más característico son sus porches laterales, armónica sucesión de
arcos de medio punto y ojivales, todos diferentes entre ellos.
Llena
de tiendas y de restaurantes, hoy en día la Plaza Mayor está siempre
llena de gente, disfrutando como en esta ocasión de las compras y de
mesas y sillas para descansar en un día soleado, tomando un aperitivo. Y
por supuesto, también degustando platos típicos de la zona en sus
restaurantes.
Aparte
de hacer compras de todo tipo de souvenirs, y sentarnos a descansar un
rato tomando un refresco, ya que el tiempo acompañaba, visitamos una de
las bodegas de la plaza.
Para
terminar nuestra visita a Aínsa, llegamos hasta el castillo y aunque
las piernas ya no nos respondían, nos recorrimos todas las murallas.
La
parte más antigua de este, es la Torre del Homenaje , construida sobre
restos árabes en el s XI y rodeada de un recinto amurallado donde se
refugiaban los habitantes de la villa en caso de peligro . El primitivo
recinto fue sufriendo diversos cambios a lo largo de los siglos.
El
aspecto actual de la fortaleza responde a la política de fortificación
de Felipe II (siglo XVII) y sigue los mismos criterios que la Ciudadela
de Jaca. Para su construcción se derribaron unas 70 casas del extremo
occidental del pueblo. En el interior los muros están reforzados por
arquerías elevadas con arcos de ½ punto, de evidente sabor románico a
pesar de datar del siglo XVII y, cuya función es la de sostener el Paseo
o Camino de Ronda.
La única puerta da a la plaza mayor, que
hasta no hace muchos años estaba precedida por un foso, ahora cegado,
que se salvaba mediante el correspondiente puente levadizo.
Después
de recorrernos la muralla del castillo, volvimos a donde habíamos
dejado el coche aparcado, bajando por la calle paralela a la que
habíamos subido.
Sin duda, una villa que se merece ser incluido en cualquier lista de Los pueblos más bonitos de España.
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