Situada
en la margen izquierda del río Tajo, próxima a la confluencia del río
Alagón, su emplazamiento estratégico como enclave fronterizo condicionó
su evolución histórica.
Aunque apenas existen vestigios arqueológicos, los primeros asentamiento humanos debieron producirse en el paleolítico. Sin embargo, es a partir de la transición neolítico/calcolítico, con la aparición del fenómeno megalítico, cuando la población se hizo más estable,como lo demuestran el menhir y el medio centenar de dólmenes donde se han encontrado ídolos, vasos campaniformes y cuencos cerámicos. Los grabados rupestres hallados en Esparragosillo y Campos de Agua debieron coincidir probablemente con los últimos sepulcros megalíticos de la zona, siendo estos ya del Bronce Medio y Final, época en la que aparecen los primeros asentamientos vinculados al control de la rutas de comunicación.
El hallazgo de Alcántara confirma que la zona estaba ya romanizada en el siglo II a.C. Pero es a partir de la construcción del puente, cuando el poblamiento romano aparece perfectamente representado con las villae.
La etapa visigoda es la peor investigada, pero parece lógico suponer que el poblamiento visigodo sea una continuación del romano. Este asentamiento al que llamaron Oliva se encontraría en las inmediaciones del puente. Los únicos restos materiales aparecidos de esta época son un capitel y dos pilastras decoradas con motivos vegetales y geométricos.
La invasión musulmana acentúa el carácter fronterizo de la zona, convirtiendo al Puente Romano en un paso estratégico que es necesario defender. El primer recinto amurallado se construye en tiempos de Abderramán I.
Con el avance de la reconquista, Alcántara se recupera definitivamente en 1213 por el rey Alfonso IX. Este monarca cedió su defensa a la Orden de Calatrava; la distancia entre los dominios de los Calatravos imposibilitó la defensa de nuevos territorios, que serán traspasados a la Orden de San Julián del Pereiro. En 1218 se trasladan a Alcántara creándose la poderosa Orden Militar.
Su ubicación en la localidad así como la intensa actividad política, incrementó su importancia, pero la hizo protagonista de numerosos conflictos durante la Edad Media. A finales del siglo XV, la reina Isabel y la infanta Beatriz de Portugal redactan en Alcántara los pormenores del futuro Tratado de Alcaçovas, donde renuncian a las pretensiones que tenían sobre sus respectivos territorios.
Con los Reyes Católicos se produce la incorporación de la Orden Militar a la corona, si bien los territorios vinculados a ella conservarán su carácter jurisdiccional. Los gastos originados por las sucesivas contiendas bélicas de los monarcas españoles propiciaron la enajenación de numerosas encomiendas con sus rentas y jurisdicciones, que pasarán a manos de la alta nobleza.
Este estamento asentado en Alcántara desde el siglo XIV y que dio origen a las grandes familias de la provincia de Cáceres propició durante los siglos XVI-XVII la construcción de edificios civiles y religiosos, para los cuales se contrató a los más afamados arquitectos extremeños de la época.
En 1703, durante la Guerra de Sucesión, Felipe V declara desde Alcántara la guerra a Portugal, volviendo a cobrar protagonismo la ciudad como enclave estratégico.
Antes de la Guerra de la Independencia y con motivo de la invasión de Portugal, el ejército napoleónico establece bajo el mando de los generales Junot y Laborde su cuartel general en el Convento de San Benito. Estallada la guerra los archivos del monasterio fueron saqueados y su patrimonio deteriorado.
Las desamortizaciones del siglo XIX trastocaron la estructura social y económica del municipio, y provocaron la definitiva ruina de gran parte del patrimonio.
Durante el siglo XX, la Guerra Civil y la construcción de la presa de José Mª de Oriol, son dos referentes que marcaron la posterior evolución y la estructura socioeconómica de la población.
Aunque apenas existen vestigios arqueológicos, los primeros asentamiento humanos debieron producirse en el paleolítico. Sin embargo, es a partir de la transición neolítico/calcolítico, con la aparición del fenómeno megalítico, cuando la población se hizo más estable,como lo demuestran el menhir y el medio centenar de dólmenes donde se han encontrado ídolos, vasos campaniformes y cuencos cerámicos. Los grabados rupestres hallados en Esparragosillo y Campos de Agua debieron coincidir probablemente con los últimos sepulcros megalíticos de la zona, siendo estos ya del Bronce Medio y Final, época en la que aparecen los primeros asentamientos vinculados al control de la rutas de comunicación.
El hallazgo de Alcántara confirma que la zona estaba ya romanizada en el siglo II a.C. Pero es a partir de la construcción del puente, cuando el poblamiento romano aparece perfectamente representado con las villae.
La etapa visigoda es la peor investigada, pero parece lógico suponer que el poblamiento visigodo sea una continuación del romano. Este asentamiento al que llamaron Oliva se encontraría en las inmediaciones del puente. Los únicos restos materiales aparecidos de esta época son un capitel y dos pilastras decoradas con motivos vegetales y geométricos.
La invasión musulmana acentúa el carácter fronterizo de la zona, convirtiendo al Puente Romano en un paso estratégico que es necesario defender. El primer recinto amurallado se construye en tiempos de Abderramán I.
Con el avance de la reconquista, Alcántara se recupera definitivamente en 1213 por el rey Alfonso IX. Este monarca cedió su defensa a la Orden de Calatrava; la distancia entre los dominios de los Calatravos imposibilitó la defensa de nuevos territorios, que serán traspasados a la Orden de San Julián del Pereiro. En 1218 se trasladan a Alcántara creándose la poderosa Orden Militar.
Su ubicación en la localidad así como la intensa actividad política, incrementó su importancia, pero la hizo protagonista de numerosos conflictos durante la Edad Media. A finales del siglo XV, la reina Isabel y la infanta Beatriz de Portugal redactan en Alcántara los pormenores del futuro Tratado de Alcaçovas, donde renuncian a las pretensiones que tenían sobre sus respectivos territorios.
Con los Reyes Católicos se produce la incorporación de la Orden Militar a la corona, si bien los territorios vinculados a ella conservarán su carácter jurisdiccional. Los gastos originados por las sucesivas contiendas bélicas de los monarcas españoles propiciaron la enajenación de numerosas encomiendas con sus rentas y jurisdicciones, que pasarán a manos de la alta nobleza.
Este estamento asentado en Alcántara desde el siglo XIV y que dio origen a las grandes familias de la provincia de Cáceres propició durante los siglos XVI-XVII la construcción de edificios civiles y religiosos, para los cuales se contrató a los más afamados arquitectos extremeños de la época.
En 1703, durante la Guerra de Sucesión, Felipe V declara desde Alcántara la guerra a Portugal, volviendo a cobrar protagonismo la ciudad como enclave estratégico.
Antes de la Guerra de la Independencia y con motivo de la invasión de Portugal, el ejército napoleónico establece bajo el mando de los generales Junot y Laborde su cuartel general en el Convento de San Benito. Estallada la guerra los archivos del monasterio fueron saqueados y su patrimonio deteriorado.
Las desamortizaciones del siglo XIX trastocaron la estructura social y económica del municipio, y provocaron la definitiva ruina de gran parte del patrimonio.
Durante el siglo XX, la Guerra Civil y la construcción de la presa de José Mª de Oriol, son dos referentes que marcaron la posterior evolución y la estructura socioeconómica de la población.
Empezamos nuestro paseo por Alcántara aparcando en las inmediaciones del Arco de la Concepción, en la Plaza de Portugal, para evitar, como siempre, las posibles calles estrechas de las localidades.
Y nada más cruzar el arco, nos dirigimos a un buen ritmo pues llegamos justo a la última visita guiada al Conventual de San Benito.
Casa matriz de la Orden Militar de Alcántara en el que trabajaría Pedro de Larrea, autor del proyecto aprobado en 1505 y Pedro de Ibarra con las obras de la hospedería y el templo, aunque las obras no finalizarían hasta la época de Felipe II, quedando inconcluso el edificio.
Casa matriz de la Orden Militar de Alcántara en el que trabajaría Pedro de Larrea, autor del proyecto aprobado en 1505 y Pedro de Ibarra con las obras de la hospedería y el templo, aunque las obras no finalizarían hasta la época de Felipe II, quedando inconcluso el edificio.
Encontramos tres estilos arquitectónicos bien definidos:
. Claustro gótico de planta cuadrada, la galería inferior con arcos rebajados que se duplican en la superior con arcos de medio punto.
. Claustro gótico de planta cuadrada, la galería inferior con arcos rebajados que se duplican en la superior con arcos de medio punto.
.
Joya del plateresco es la Iglesia de la Concepción. Consta de tres
naves de gran altura, aunque el tercer tramo no se llegó a concluir.
Resaltan por su vistosidad las crucerías en las bóvedas por su trazado
complejo y variado.
La
fachada exterior, conocida como Galería de Carlos V, es renacentista.
Compuesta por tres galerías superpuestas, con arcos rebajados en el
primer nivel, de medio punto en el segundo y adintelado en el tercero,
flanqueada por sendos cubos redondos con los escudos de Carlos V, Felipe
II, Orden de Calatrava y dignidades que impulsaron la fabricación del
conjunto.
También
son destacables la sala capitular, la bóveda del refectorio y la zona
de celdas, hoy un bello patio con mirador al río Tajo.
Horarios de visita guiada:
- 12:15 horas.
- 13:15 horas.
- 16:30 horas.
- 17:45 horas.
Tarifas: gratis.
- 12:15 horas.
- 13:15 horas.
- 16:30 horas.
- 17:45 horas.
Tarifas: gratis.
Después
de la visita al Conventual de San Benito, que nos encantó, nos
dispusimos a terminar nuestro paseo por la villa de Alcántara,
acercándonos a la Plaza de España. Por el camino fuimos disfrutando de
sus calles y de sus palacios como la Casa de la Clavería.
En la Plaza de España, encontramos el Ayuntamiento.
La Iglesia de Santa María de Almocóvar,
que por desgracia estaba cerrada. Levantada sobre lo que fue una
mezquita árabe. Su fachada principal está considerada como una de las
más bellas portadas del románico extremeño.
Justo frente a esta iglesia, se encuentra la Iglesia de San Pedro de Alcántara. Sufragada por el pueblo con motivo de la canonización del santo. Templo de estilo barroco.
En nuestro paseo hasta el famoso Puente Romano, pasamos por la Iglesia de la Encarnación Antigua.
Puente Romano.
Magnífica muestra de la ingeniería civil romana es el impresionante
Puente Romano construido en la época del emperador Trajano. Situado a
unos 400 metros al noroeste de la población en la vía romana que
enlazaba la Norba Caesarina con Viseu, cuya finalidad era el transporte
de metales como el plomo y el oro que abundaban en la zona mencionados
por Plinio. Esta vía de comunicación sería el motivo por el que
participarán en su construcción varios pueblos de la Lusitania.
El conjunto romano formado por puente, arco y templo está dedicado al emperador Trajano. Sigue la misma técnica constructiva y el arquitecto fue Cayo Julio Lacer.
El conjunto romano formado por puente, arco y templo está dedicado al emperador Trajano. Sigue la misma técnica constructiva y el arquitecto fue Cayo Julio Lacer.
Bastante
ya cansados después de todo el día de visita cultural, nos pusimos en
marcha hacia el coche, pasando por el Barrio Judío y admirando alguno de
los palacios que encontrábamos a nuestro paseo como el Palacio de los
Roco-Campofrío, o el de los Marqueses de Torreorgaz o el de los
Topete-Escobar.
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