Posteriormente estuvo en la órbita del reino taifa de Badajoz, desde el siglo XI hasta ser dominada en 1228 por el rey leonés Alfonso IX, quien cederá parte de las tierras a la orden del Temple por su participación en la conquista.
Esta orden militar edificó el cercano castillo de Coluche o Miraflores, origen de la población vecina de Alconchel, y creó la encomienda de Olivenza, dotando a la aldea desde el primer momento de un castillo y de una iglesia dedicada a Santa María.
Por el tratado de Alcañices de 1297, firmado con el rey de Castilla Fernando IV, la comarca pasó a poder del rey portugués don Dinis, convirtiéndose en un centro de gran valor estratégico para el país vecino.
De esta época (1334) data el levantamiento del alcázar con su majestuosa torre del homenaje, la más alta a lo largo de toda esta frontera.
En 1488 don Juan II de Portugal mandó construir el foso inundable que rodea el alcázar.
El puente sobre el río Guadiana y el inicio de una tercera muralla son del reinado de don Manuel I.
Con Felipe II, Olivenza formó parte del reino español, como el resto de Portugal, volviendo en 1640 a la corona portuguesa hasta 1657 en que es conquistada por las tropas españolas, siendo una vez más anexionada a Portugal en 1668 por el tratado de Lisboa.
En 180 con la llamada guerra de las naranjas y la firma del tratado de Badajoz, se delimitaron natural y políticamente los reinos de España y Portugal, utilizándose como frontera natural el cauce del río Guadiana, por lo que desde 1801 Olivenza pasó a formar definitivamente parte de España.
Convertida en estos últimos años en un importante núcleo extremeño de gran valor económico y artístico, ha sabido guardar con esmero su rico pasado cultural e histórico, debido en buena parte a su estratégica fronteriza y a su dependencia alternativa de Portugal y de España. Fue declarada Conjunto de interés histórico artístico con carácter nacional en 1964.
Aparcamos en la calle Hernán Cortés justo al lado del Cuartel de Caballería y antes de entrar en el recinto amurallado de Olivenza.
Y cruzando la Puerta de Alconchel de esa primera muralla construida en 1306, llegamos a la Plaza de Santa María, en donde se encuentra la Iglesia de Santa María del Castillo y el Castillo de esta bellísima localidad extremeña.
Tiene tres naves a la misma altura, cubiertas con bóvedas de arista que se apoyan en columnas de estilo jónico. El altar mayor es barroco, situándose en su parte inferior y a ambos lados bellos azulejos, del mismo estilo.
Destaca la capilla del lado del Evangelio con el mayor retablo del tipo "Árbol de Jessé" que se conserva. 15 tallas, desde Jessé hasta María con el Niño, pasando por 12 reyes de la casa de Judá, representan la geneología de Jesús, quien, según el profeta Iasías sería un retoño del tronco de Jessé.
Más de 7000 piezas se exhiben muy acertadamente entre sus dos plantas y veintiséis salas, con reproducciones de escenas agrícolas, una tienda de comestibles, un molino de aceite, así como reproducciones e viviendas labriegas y de una escuela rural.
Entre otras colecciones muestra una dedicada a instrumentos musicales, otra al arte sacro y también una arqueológica de piezas del calcolítico y épocas árabe y medieval.
Los muros de la nave, altar mayor y coro están cubiertos, hasta el arranque de la bóveda por azulejería historiada representando las obras de misericorida, firmada por el ceramista Manuel dos Santos en 1723.
Además de su original coronación, esta portada tiene un medallón con las armas portuguesas y el blasón de la villa de Olivenza, rematado todo ello con un florón con la típica cruz de Cristo, símbolo de la orden del mismo nombre, refundición de la templaria. Dos esferas armiliares flanquean el conjunto como símbolo de las conquistas ultramarinas de Portugal en el siglo XVI.
Esta iglesia, auténtica obra maestra del estilo manuelino portugués, fue construida en 1510 a iniciativa del fray Henrique de Coimbra, obispo de Ceuta, que está enterrado en ella.
Entre sus tres naves de crucería que descansan en ocho columnas torsas de mármol de estilo manuelino, se encuentran seis retablos de talla dorada, destacando el del altar mayor, y tres neoclásicos en mármol blanco, gris y rosa.
Edículos, pináculos, gárgolas... se conjugan en su exterior para formar un conjunto admirable, donde sorprende la hermosa fachada y la majestuosa torre cuadrangular fabricada con sillares y dispuesta en tres cuerpos separados por calabrotes.
La portada, atribuida a Nicolás Chanterenne, es de estilo renacentista y está flanqueada por columnillas y rematada con un vistoso frontón y medallones.
La portada de Santa Maria Magadalena es plateresca. No renacentista
ResponderEliminarGracias por tu comentario, pero siento discrepar.
EliminarSi la obra es atribuída a Nicolás Chanterenne, escultor francés que trabajó intensamente por la zona de Portugal y la frontera con España, y que vivió desde el año 1470 hasta el 1551, puede tratarse del denominado Renacimiento Plateresco que abarca desde el año 1530 hasta 1560.
En este periodo el Renacimiento ya había sido plenamente asumido en la Península Ibérica, si bien aún no había llegado a su máxima expresión. Por ello, creo que puede tener influencias de ambos estilos y de ahí que existan dudas a la hora de catalogar el estilo concreto. Aunque para mí es renacentista... :)