El Panteón de Hombres Ilustres de Madrid (España), es un edificio, poco conocido, de estilo neobizantino obra del arquitecto Fernando Arbós y Tremanti. Se ubica en el distrito de Retiro entre las calles de Julián Gayarre y el Paseo de la Reina Cristina junto a la Basílica de Nuestra Señora de Atocha.
Tras la Guerra de la Independencia, el convento de Nuestra Señora de Atocha, que había sido ocupado por las tropas francesas en 1808, quedó muy deteriorado, pero fue ya la reina regente María Cristina, viuda del rey Alfonso XII, quien decidió que la basílica que se había de construir en sustitución de la antigua, tuviera anexo un panteón que diera acogida a los restos de personales ilustres. Se convocó un concurso público y en 1890 se eligió ganador el proyecto del arquitecto Fernando Arbós y Tremanti. El conjunto, de estilo neobizantino, incluía un campanile italiano, que albergó un reloj de cuatro esferas y tres campanas, y el panteón, que tenía carácter de claustro de la basílica y se inspiraba en el camposanto del Campo dei Miracoli de la ciudad italiana de Pisa.
En 1891 se comenzó a construir el proyecto, del que a la postre sólo se alzarían el panteón y el campanile. El panteón se erigió entre 1892 y 1899, dándose las obras por concluidas en este último año por lo elevado de su coste. El claustro/panteón es de planta cuadrada, con tres galerías con arcadas y vidrieras y dos cúpulas semiesféricas en las esquinas. Sobre la puerta de entrada hay un frontón. En el interior hay un pequeño jardín donde se ubica el mausoleo conjunto. Las galerías tienen cada una una puerta central por la que se puede acceder al jardín. Todo el conjunto está rodeado por una verja de hierro.
En los jardines del exterior del Panteón junto a la entrada al mismo, podemos encontrar los restos de esculturas de la fachada de la antigua Real Basílica de Atocha. Podemos ver:
La Virgen con el Niño: Obra en granito que presentaba a la Virgen en pie con el Niño en su regazo, envuelta en un gran manto de pliegues ampulosos. Se situaba en el último piso de la calle central de la fachada. Le falta la cabeza, el Niño y los brazos.
Santo Domingo: Obra también en granito, que aparece aún más mutilada que la Virgen. Apenas se percibe la figura del santo, que en la antigua fachada aparecía en pie, la cabeza tonsurada, revestido con hábito y el cordón a la cintura, perfectamente visible en la actualidad. Se situaba en la calle central en el primer piso.
¿Qué monumentos funerarios encontramos en su interior?:
José Canalejas: Obra de Mariano Benlliure. Sobre una base de mármol blanco, dos hombres y una mujer, esculpidos en el mismo material, trasladan el cuerpo del político asesinado hacia su sepulcro, de manera similar a como en algunas obras se representa el traslado de Cristo, cuya figura aparece con los brazos abiertos recibiendo el cadáver. En la parte trasera, bajo una cruz, dos guirnaldas con hojas de laurel y encina, símbolo de la inmortalidad.
Manuel Gutiérrez de la Concha: Marqués del Duero, de Arturo Mélida y Alinari y Elías Martín. El sepulcro, mural, semeja un retablo, con un arco bajo el cual aparece Marte, el dios de la guerra, que, con casco y actitud meditabunda, sostiene un clípeo o medallón con el busto en relieve de Gutiérrez de la Concha; el arcosolio inferior aparece velado o protegido por un león, símbolo de la inmortalidad. El sepulcro es obra de Mélida y la estatua del dios de Martín. Originalmente ubicado en la antigua basílica, fue trasladado al panteón en 1902.
Práxedes Mateo Sagasta: Obra de Mariano Benlliure. Realizado en mármol, el cuerpo yacente del político, con el toisón de oro, tiene en su cabecera a la Historia, representada por una joven que cierra un libro. A los pies un obrero, símbolo del pueblo, descansa apoyado sobre los Evangelios, como símbolo de la verdad. Lleva en la mano derecha una espada con la Justicia esculpida en la empuñadura y una rama de olivo, símbolo de la paz, sobre la hoja.
Eduardo Dato: Obra de Mariano Benlliure, en mármol y bronce. Una mujer de luto alza una cruz sobre la efigie yacente del político, mientras a los pies de éste dos amorcillos flanquean el escudo de España.
Antonio de los Ríos Rosas: Obra de Pedro Estany. Otro sepulcro mural, tipo retablo. Sobre una base de mármol, el sarcófago en bronce del difunto, a cuya efigie, esculpida algo más arriba, un genio alado ofrece una rama de laurel. Una mujer llora abrazada al féretro.
Antonio Cánovas del Castillo: Obra de Agustí Querol. También es de tipo retablo y todo de mármol blanco. Cánovas reposa sobre un sarcófago en cuyo frente aparecen una joven abrazada y seis virtudes: Templanza, Sabiduría, Justicia, Elocuencia, Prudencia y Constancia. Sobre el fondo están representados Cristo resucitado y la Patria, la Historia y el Arte lloran la muerte del político. Mide 8 m de ancho, 7 de alto y 2'78 de fondo.
Mausoleo Conjunto (De 1857, trasladado al jardín del panteón en 1912): De Federico Aparici, Ponciano Ponzano y Sabino Medina. Denominado Monumento a la Libertad, está formado por un cuerpo cilíndrico cubierto por un tejado cónico, rematado por una alegoría de la Libertad esculpida por Ponzano. Tres estatuas de Medina, representando la Pureza, el Gobierno y la Reforma, se apoyan sobre los sarcófagos de Mendizábal, Argüelles y Calatrava, para cuyos restos estaba destinado el monumento, aunque luego acogió también los de Muñoz Torrero, Martínez de la Rosa y Olózaga. Fue inaugurado, por suscripción popular, el 20 de febrero de 1857 en el desaparecido cementerio de San Nicolás y trasladado al panteón en 1912.
Tras la Guerra de la Independencia, el convento de Nuestra Señora de Atocha, que había sido ocupado por las tropas francesas en 1808, quedó muy deteriorado, pero fue ya la reina regente María Cristina, viuda del rey Alfonso XII, quien decidió que la basílica que se había de construir en sustitución de la antigua, tuviera anexo un panteón que diera acogida a los restos de personales ilustres. Se convocó un concurso público y en 1890 se eligió ganador el proyecto del arquitecto Fernando Arbós y Tremanti. El conjunto, de estilo neobizantino, incluía un campanile italiano, que albergó un reloj de cuatro esferas y tres campanas, y el panteón, que tenía carácter de claustro de la basílica y se inspiraba en el camposanto del Campo dei Miracoli de la ciudad italiana de Pisa.
En 1891 se comenzó a construir el proyecto, del que a la postre sólo se alzarían el panteón y el campanile. El panteón se erigió entre 1892 y 1899, dándose las obras por concluidas en este último año por lo elevado de su coste. El claustro/panteón es de planta cuadrada, con tres galerías con arcadas y vidrieras y dos cúpulas semiesféricas en las esquinas. Sobre la puerta de entrada hay un frontón. En el interior hay un pequeño jardín donde se ubica el mausoleo conjunto. Las galerías tienen cada una una puerta central por la que se puede acceder al jardín. Todo el conjunto está rodeado por una verja de hierro.
En los jardines del exterior del Panteón junto a la entrada al mismo, podemos encontrar los restos de esculturas de la fachada de la antigua Real Basílica de Atocha. Podemos ver:
La Virgen con el Niño: Obra en granito que presentaba a la Virgen en pie con el Niño en su regazo, envuelta en un gran manto de pliegues ampulosos. Se situaba en el último piso de la calle central de la fachada. Le falta la cabeza, el Niño y los brazos.
Santo Domingo: Obra también en granito, que aparece aún más mutilada que la Virgen. Apenas se percibe la figura del santo, que en la antigua fachada aparecía en pie, la cabeza tonsurada, revestido con hábito y el cordón a la cintura, perfectamente visible en la actualidad. Se situaba en la calle central en el primer piso.
¿Qué monumentos funerarios encontramos en su interior?:
José Canalejas: Obra de Mariano Benlliure. Sobre una base de mármol blanco, dos hombres y una mujer, esculpidos en el mismo material, trasladan el cuerpo del político asesinado hacia su sepulcro, de manera similar a como en algunas obras se representa el traslado de Cristo, cuya figura aparece con los brazos abiertos recibiendo el cadáver. En la parte trasera, bajo una cruz, dos guirnaldas con hojas de laurel y encina, símbolo de la inmortalidad.
Manuel Gutiérrez de la Concha: Marqués del Duero, de Arturo Mélida y Alinari y Elías Martín. El sepulcro, mural, semeja un retablo, con un arco bajo el cual aparece Marte, el dios de la guerra, que, con casco y actitud meditabunda, sostiene un clípeo o medallón con el busto en relieve de Gutiérrez de la Concha; el arcosolio inferior aparece velado o protegido por un león, símbolo de la inmortalidad. El sepulcro es obra de Mélida y la estatua del dios de Martín. Originalmente ubicado en la antigua basílica, fue trasladado al panteón en 1902.
Práxedes Mateo Sagasta: Obra de Mariano Benlliure. Realizado en mármol, el cuerpo yacente del político, con el toisón de oro, tiene en su cabecera a la Historia, representada por una joven que cierra un libro. A los pies un obrero, símbolo del pueblo, descansa apoyado sobre los Evangelios, como símbolo de la verdad. Lleva en la mano derecha una espada con la Justicia esculpida en la empuñadura y una rama de olivo, símbolo de la paz, sobre la hoja.
Eduardo Dato: Obra de Mariano Benlliure, en mármol y bronce. Una mujer de luto alza una cruz sobre la efigie yacente del político, mientras a los pies de éste dos amorcillos flanquean el escudo de España.
Antonio de los Ríos Rosas: Obra de Pedro Estany. Otro sepulcro mural, tipo retablo. Sobre una base de mármol, el sarcófago en bronce del difunto, a cuya efigie, esculpida algo más arriba, un genio alado ofrece una rama de laurel. Una mujer llora abrazada al féretro.
Antonio Cánovas del Castillo: Obra de Agustí Querol. También es de tipo retablo y todo de mármol blanco. Cánovas reposa sobre un sarcófago en cuyo frente aparecen una joven abrazada y seis virtudes: Templanza, Sabiduría, Justicia, Elocuencia, Prudencia y Constancia. Sobre el fondo están representados Cristo resucitado y la Patria, la Historia y el Arte lloran la muerte del político. Mide 8 m de ancho, 7 de alto y 2'78 de fondo.
Mausoleo Conjunto (De 1857, trasladado al jardín del panteón en 1912): De Federico Aparici, Ponciano Ponzano y Sabino Medina. Denominado Monumento a la Libertad, está formado por un cuerpo cilíndrico cubierto por un tejado cónico, rematado por una alegoría de la Libertad esculpida por Ponzano. Tres estatuas de Medina, representando la Pureza, el Gobierno y la Reforma, se apoyan sobre los sarcófagos de Mendizábal, Argüelles y Calatrava, para cuyos restos estaba destinado el monumento, aunque luego acogió también los de Muñoz Torrero, Martínez de la Rosa y Olózaga. Fue inaugurado, por suscripción popular, el 20 de febrero de 1857 en el desaparecido cementerio de San Nicolás y trasladado al panteón en 1912.
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