La Puerta de Alcalá es uno de los símbolos de la ciudad hoy en día y se encuentra situada en el centro de la rotonda de la Plaza de la Independencia. Su origen se remonta al reinado de Felipe III, quien mandó construir una puerta en 1559 para conmemorar la llegada a Madrid de su esposa doña Margarita de Austria.
Esta primitiva puerta presentaba tres arcos y una torrecilla a cada lado. Cuando a comienzos de su reinado Carlos III hizo su entrada triunfal en Madrid en diciembre de 1759 quedó decepcionado al ver la modesta puerta que daba entrada a la ciudad. Por eso 5 años más tarde mandó derribarla para construir una nueva de mayores dimensiones y más rica en ornamentos, más acorde con la grandeza de su reinado.
La actual Puerta de Alcalá fue inaugurada en 1779 como parte de un proyecto más ambicioso que el Rey Carlos III había diseñado para modernizar la ciudad y dotar a la capital de una imagen monumental.
La Puerta fue obra de Francisco Sabatini, quien presentó al Rey dos proyectos. Como Carlos era incapaz de decidirse por uno u otro, el arquitecto Sabatini propuso usar ambos diseños, uno por el lado este y otro por el lado oeste.
Cinco arcos dan suntuosidad a la Puerta. El central era el arco real por donde pasaba la comitiva del rey. A los lados, otros dos arcos menos destacados eran destinados al paso de carruajes y vehículos. Por último, las entradas más pequeñas y rectangulares eran usadas por los peatones.
En el lado oriental de la Puerta destacan 10 columnas y 4 niños jugando que representan las virtudes cardinales: la Fortaleza, con su casco, lanza y escudo, la Templanza con la lira, la Justicia, sin atributo, y la Prudencia con el espejo.
Y en el lado occidental, el conjunto ornamental compuesto por dos columnas, trofeos militares, cabezas de leones, ángeles, y demás figuras hacen alusión al período de poder y prosperidad que vivía España durante el reinado de Carlos III.
A lo largo de su existencia la Puerta de Alcalá ha sido testigo de numerosos acontecimientos, muchos de ellos trágicos, como el asesinato en 1921 de Eduardo Dato, Presidente del Consejo de Ministros por aquel entonces. Muchas partes de la Puerta han quedado marcadas por los impactos de bala y metralla de explosiones acontecidas durante la Guerra Civil Española. También ha sido testigo de sangrientos acontecimientos en la Guerra de la Independiencia desarrollados en las inmediaciones de la plaza.
Con el paso de los años, el monumento ha sido limpiado y restaurado en varias ocasiones, pero sus agujeros, marcas y esquirlas nunca han sido reparados, permanecen intactos, como recuerdo de los agitados acontecimientos vividos en esta histórica plaza.
Esta primitiva puerta presentaba tres arcos y una torrecilla a cada lado. Cuando a comienzos de su reinado Carlos III hizo su entrada triunfal en Madrid en diciembre de 1759 quedó decepcionado al ver la modesta puerta que daba entrada a la ciudad. Por eso 5 años más tarde mandó derribarla para construir una nueva de mayores dimensiones y más rica en ornamentos, más acorde con la grandeza de su reinado.
La actual Puerta de Alcalá fue inaugurada en 1779 como parte de un proyecto más ambicioso que el Rey Carlos III había diseñado para modernizar la ciudad y dotar a la capital de una imagen monumental.
Cinco arcos dan suntuosidad a la Puerta. El central era el arco real por donde pasaba la comitiva del rey. A los lados, otros dos arcos menos destacados eran destinados al paso de carruajes y vehículos. Por último, las entradas más pequeñas y rectangulares eran usadas por los peatones.
En el lado oriental de la Puerta destacan 10 columnas y 4 niños jugando que representan las virtudes cardinales: la Fortaleza, con su casco, lanza y escudo, la Templanza con la lira, la Justicia, sin atributo, y la Prudencia con el espejo.
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