Uno de los pueblos que más nos llamó la atención en nuestro viaje el año pasado a Cataluña fue Montblanc, de hecho fue nuestro primer destino ya que estábamos hospedados en Rocallaura a escasos kilómetros de Montblanc.
Nada más llegar, aparcamos el coche fuera del recinto amurallado de la localidad, para evitar esas famosas calles estrechas por las que luego no puedes casi ni circular, justo al lado de la Torre dels Cinc Cantons del siglo XIV.
Nada más llegar, aparcamos el coche fuera del recinto amurallado de la localidad, para evitar esas famosas calles estrechas por las que luego no puedes casi ni circular, justo al lado de la Torre dels Cinc Cantons del siglo XIV.
Todo el recinto está amurallado con una muralla medieval del siglo XIV, que da carácter a la villa y actualmente es la mejor conservada de Cataluña. Consta de treinta torres y diversos portales y tiene un perímetro de 1.500 metros.
Accedimos al interior del recinto por el Portal de Sant Antoni.
Accedimos al interior del recinto por el Portal de Sant Antoni.
En cuanto te introduces en el centro histórico, te das cuenta de que la villa mantiene su estructura medieval con calles estrechas, empinadas y con ese encanto especial que tiene lo antiguo.
Paseando por la Calle Mayor, llegamos a la Iglesia de Santa María la Mayor del siglo XIV.
La iglesia fue consagrada en 1548 y a finales de siglo se encargó la realización de una fachada renacentista en uno de los laterales del edificio.
Esta nueva fachada principal duraría cerca de sesenta años, ya que durante el episodio conocido como «La General Crema» de la Guerra de los Segadores (1651) las tropas castellanas dirigidas por el General Juan de Pallaviccino y Ramírez de Haro derribaron la fachada de la iglesia, y varias torres y algunos tramos de la muralla de Montblanch. Poco después de acabar la guerra, se reconstruyó la fachada mientras el culto se trasladó a la iglesia de San Miguel entre los años 1651 y 1685.
La iglesia fue consagrada en 1548 y a finales de siglo se encargó la realización de una fachada renacentista en uno de los laterales del edificio.
Esta nueva fachada principal duraría cerca de sesenta años, ya que durante el episodio conocido como «La General Crema» de la Guerra de los Segadores (1651) las tropas castellanas dirigidas por el General Juan de Pallaviccino y Ramírez de Haro derribaron la fachada de la iglesia, y varias torres y algunos tramos de la muralla de Montblanch. Poco después de acabar la guerra, se reconstruyó la fachada mientras el culto se trasladó a la iglesia de San Miguel entre los años 1651 y 1685.
Interior de grandes dimensiones, con una larga nave con bóveda de cañón y con claves esculpidos de escenas del Antiguo Testamento. En los laterales se encuentran las capillas de base cuadrada y bóveda de cañón, a media altura se abren unos bellos ventanales góticos, donde se representan los misterios del Rosario. Durante el siglo XVIII se prolongó una capilla y se convirtió en la del Santísimo. En la parte interior destaca la gran imagen gótica de la Virgen del Cor, tallada en madera policromada, el retablo de Sant Bernat y Sant Bernabé y el órgano barroco, uno de los más importantes de Cataluña.
Una de las opciones dentro de la iglesia que más nos llamó la atención es la subida a las cubiertas desde donde pudimos disfrutar de unas maravillosas vistas de todo la villa de Montblanc. Altamente recomendable.
Bajando por unas escaleras llegamos al Museo Comarcal situado en la Casa de los Josa del siglo XIII-XVIII.
De ahí seguimos nuestro paseo hasta la Plaza Mayor donde se encuentra el Ayuntamiento y destacan algunas casas medievales como la de los Desclergue.
En un lateral de la plaza, la Fuente Mayor calma la sed de los lugareños desde finales del siglo XVIII, con su peculiar abrevadero.
En un lateral de la plaza, la Fuente Mayor calma la sed de los lugareños desde finales del siglo XVIII, con su peculiar abrevadero.
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Volviendo sobre nuestros paseos nos acercamos al Palacio Alenyà, ya que al ser la sede del Consejo Comarcal solo abre por las mañanas. Fachada principal de sillares perfectamente trabajados, con una gran puerta principal de medio punto y unos esbeltos ventanales. A la parte baja del palacio destacan un conjunto de arcadas en un cuadrado central que delimita el edificio original, donde se conservan las antiguas tinas y un fragmento de la antigua cubierta de madera quemada.
Justo al lado se encuentra la calle de los Judíos, en la que aún se conserva un arco medieval.
Desde allí nos fuimos por la calle Mayor hasta la Plaza de San Miguel, donde se encuentra la Iglesia de San Miguel y el Palacio-Fortaleza del Castlá.
Por desgracia no pudimos acceder al interior de la Iglesia de San Miguel pues sólo es visitable con la visita guiada de la Oficina de Turismo que se realiza los fines de semana.
Fachada románica e interior gótico. Iglesia de una sola nave, sin ábside, con cubierta de madera policromada y arcos diafragmáticos. En las capillas laterales se puede ver la evolución del gótico desde el más sencillo al más florido. Esta iglesia padeció diversas modificaciones siguiendo los estilos artísticos de cada época. Como elemento artístico destaca la cubierta de madera policromada, así como los escudos nobiliarios de las familias Ros y Janer.
Por desgracia no pudimos acceder al interior de la Iglesia de San Miguel pues sólo es visitable con la visita guiada de la Oficina de Turismo que se realiza los fines de semana.
Fachada románica e interior gótico. Iglesia de una sola nave, sin ábside, con cubierta de madera policromada y arcos diafragmáticos. En las capillas laterales se puede ver la evolución del gótico desde el más sencillo al más florido. Esta iglesia padeció diversas modificaciones siguiendo los estilos artísticos de cada época. Como elemento artístico destaca la cubierta de madera policromada, así como los escudos nobiliarios de las familias Ros y Janer.
Por su parte el Palacio Castlá es un edificio es forma cúbica, con los ángulos curvados por cuestiones defensivas, con un patio interior con porches y un huerto que llegaba a la muralla donde se abrió un portal particular.
Siguiendo por la calle Fusteria, llegamos hasta el Portal de Castlá y las murallas, saliendo del recinto amurallado, para dirigirnos a la Antigua Iglesia de Sant Francesc, actualmente la oficina de turismo.
Y volvimos a acceder al recinto amurallado por la Torre-portal de Sant Jordi.
Nuestro siguiente punto era el Hospital de Santa Magdalena, así que tuvimos que volver a recorrernos todo el centro histórico de Montblanc, pasando por el Palacio Real y de nuevo la Plaza Mayor.
Y así volver a salir del recinto amurallado por el Portal de Sant Antoni por donde habíamos accedido por la mañana.
El Antiguo Hospital de Santa Magdalena nos impresionó. Siguiendo el proceso de unificación de hospitales ordenado por el rey Ferran II se consolidó el Hospital de Santa Magdalena. La función era de cuidar a los pobres, peregrinos y enfermos. Posteriormente se instaló una comunidad de hermanas que impartían clases a chicas del pueblo, pasó a ser un consultorio médico y finalmente se ubicó una empresa textil, factor negativo para su estructura. En el siglo XX la Generalitat llevó a cabo un adecuado proceso de restauración. Actualmente es sede del Archivo Histórico Comarcal de Montblanc.
El hospital se estructura alrededor de un claustro central ligeramente modificado. En la parte baja del claustro se puede ver una cisterna y el pavimento original.
Subiendo por todo el Baluard de Santa Anna llegaríamos a nuestro siguiente destino, pocos nos quedaban ya para terminar nuestra visita a Montblanc: el Convento y Santuario de la Serra.
ormado por el monasterio, el santuario, la antigua casa del capellán y la del monje, además de una gran huerto. La iglesia es de una sola nave, con cinco arcos diafragmáticos y cinco capillas laterales. El presbiterio, la capilla renacentista del Santo Sepulcro y algún otro elemento son posteriores. En el interior destaca la gran imagen de estilo de gótico italiano de alabastro de la Virgen de la Serra, la Cruz Verde y los seis sepulcros medievales.
De nuevo ya en el centro histórico terminamos nuestra visita subiendo a la Plaza de Santa Bárbara, desde donde pudimos disfrutar de unas vistas maravillosas de toda la villa.
Y con estas vistas y un maravilloso recuerdo de Montblanc, localidad a la que por cierto hemos añadido a nuestro listado de los pueblos más bonitos de España, volvimos al coche, no sin antes disfrutar de una estupenda comida.
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