El Monasterio de Santa María de Vallbona, el más importante de la rama femenina cisterciense de Cataluña y con una continuidad de vida religiosa de ocho siglos y medio, se encuentra en el extremo sur de la comarca de L'Urgell. Con Poblet y Santes Creus forma la trilogía de los grandes monasterios cistercienses de la Cataluña Nueva.
El origen del monasterio se encuentra en una comunidad de anacoretas, hombres y mujeres, documentada desde 1154, que observaron una regla de inspiración benedictina. En 1176, tras marchar los hombres al Montsant, cuatro monjas llegadas del monasterio de Tulebras, en Navarra, se unieron a la comunidad, que se integró en la orden del Cister. Una de estas monjar, Oria Ramírez, se convirtió en la primera abadesa de Vallbona. Alfons I el Casto y Jaume I el Conquistados pasaron temporadas en Vallbona y le concedieron su protección. Durante sus tres primeros siglos de vida, la abadía de Vallbona tuvo una gran vitalidad y allí profesaron las hijas de las principales familias nobles del país. La abadía desecó el valle, hasta entonces pantanoso, y promovió el asentamiento de granjas y pueblos. Tuvo diversas filiales, de entre las que todavía existen la Saïdia en Valencia y Valldonzella en Barcelona, y se le atribuye la fundación de muchas otras casas cistercienses. Además, gozó de la señoría y la jurisdicción de la baronía de Vallbona, de gran extensión.
En el siglo XVI, como consecuencia de la prohibición del concilio de Trento de que los monasterios femeninos estuvieran en lugares aislados, se formó, al abrigo del monasterio, el pueblo de Vallbona de les Monges, con gentes provenientes del pueblo de Montesquiu, a las que las monjas cedieron parte de la clausura monástica, en 1573.
El conjunto arquitectónico sigue, básicamente, los esquemas generales de los cenobios de la orden del Cister, aunque los tres recintos iniciales, circundados por una gran muralla, que se acabó de desmontar en 1920, quedaron alterados a raíz de las órdenes dictadas por Trento. Las edificaciones monásticas responden a diferentes momentos constructivos y están organizadas en torno al claustro.
El origen del monasterio se encuentra en una comunidad de anacoretas, hombres y mujeres, documentada desde 1154, que observaron una regla de inspiración benedictina. En 1176, tras marchar los hombres al Montsant, cuatro monjas llegadas del monasterio de Tulebras, en Navarra, se unieron a la comunidad, que se integró en la orden del Cister. Una de estas monjar, Oria Ramírez, se convirtió en la primera abadesa de Vallbona. Alfons I el Casto y Jaume I el Conquistados pasaron temporadas en Vallbona y le concedieron su protección. Durante sus tres primeros siglos de vida, la abadía de Vallbona tuvo una gran vitalidad y allí profesaron las hijas de las principales familias nobles del país. La abadía desecó el valle, hasta entonces pantanoso, y promovió el asentamiento de granjas y pueblos. Tuvo diversas filiales, de entre las que todavía existen la Saïdia en Valencia y Valldonzella en Barcelona, y se le atribuye la fundación de muchas otras casas cistercienses. Además, gozó de la señoría y la jurisdicción de la baronía de Vallbona, de gran extensión.
En el siglo XVI, como consecuencia de la prohibición del concilio de Trento de que los monasterios femeninos estuvieran en lugares aislados, se formó, al abrigo del monasterio, el pueblo de Vallbona de les Monges, con gentes provenientes del pueblo de Montesquiu, a las que las monjas cedieron parte de la clausura monástica, en 1573.
El conjunto arquitectónico sigue, básicamente, los esquemas generales de los cenobios de la orden del Cister, aunque los tres recintos iniciales, circundados por una gran muralla, que se acabó de desmontar en 1920, quedaron alterados a raíz de las órdenes dictadas por Trento. Las edificaciones monásticas responden a diferentes momentos constructivos y están organizadas en torno al claustro.
La visita al Monasterio es guiada con pases en castellano y en catalán. Nosotros llegamos justo a la última visita y nos comentaron que era en catalán y que como había más personas apuntadas, no podían cambiar el idioma. No encontramos ningún problema en ello, ya que la guía hablaba muy despacio y vocalizaba muy bien por lo que no nos costó mucho poder seguir la visita. Desde estas páginas, queremos agradecer a la guía su amabilidad.
1. Acceso. Puerta de entrada al cenobio, del siglo XVIII.
2. Portería. Dependencias del siglo XIV, reformas del siglo XVIII. Actualmente es el punto de acogida e información.
3. Claustro. De los siglos XII a XVI. De planta trapezoidal y con diferentes estilos en cada una de las alas. En torno al claustro, se encuentran las demás dependencias, como la cocina y el refectorio, transformadas en épocas posteriores, así como la sala capitular gótica.
4. Sala capitular. Del siglo XIV. Cubierta con bóveda de crucería. De puerta ancha y ventana baja. Varias lápidas sepulcrales del abadesas de los siglos XIII al XX.
5. Iglesia de los siglos XII y XIII. En el interior de la misma se encuentran lápidas sepulcrales pertenecientes a las abadesas del monasterio En el presbiterio están enterradas, la reina Violant de Hungría, esposa de Jaume I, y su hija Sança. Preside la vida religiosa, la imagen de la Virgen, como en todas las iglesias cistercienses. La puerta, abierta al brazo norte del crucero, es románica del siglo XIII. Delante de ella, se encuentra la plaza correspondiente al antiguo cementerio. Adosados al muro de la iglesia encontramos tres sarcófagos románicos.
6. Cimborrio. Del siglo XIV. Octogonal, se alza sobre la nave, con ocho notables ventanales góticos calados y con cresterías de filigranas.
Fuera del actual recinto conventual, dos arcos de diafragma situados en la calle de L'Abadia son testimonio de la antigua bodega, ocupada por los nuevos pobladores a finales del siglo XVI.
Espero que os haya gustado este reportaje fotográfico.
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