En la cuesta que hoy todos, en Madrid, conocemos como La Cuesta de San Vicente hubo una puerta de aspecto desconocido, y que fue derribada para construir la que el Marqués del Vadillo encargó a Pedro de Ribera (Maestro Mayor de las obras de la Villa de Madrid).
El proyecto fue presentado el 20 de enero de 1724, y se decidió que el maestro de la obra fuera D. Francisco García Conde que fue el encargado de llevarla a la práctica, y que además estuviera terminada en el plazo de un año.
Se trataba de una puerta con tres huecos que componían el cuerpo bajo y con sus arcos apoyándose en pilares de ladrillo que llevaban adosadas unas pilastras fajeadas, de piedra, las cuales, a su vez, soportan una fina cornisa. Sobre el hueco central se alzaba un segundo cuerpo, a modo de peineta, vaciado y que en su día albergaría una estatua de San Vicente Ferrer. Un escudo, con cruz dibujada a lápiz, remataba la puerta. Sobre los arcos laterales y sostenidos por dos «muchachos» iban los escudos de España (a la derecha) y de Madrid (a la izquierda).
Sin embargo, la puerta fue derribada en 1770, debido a la remodelación de que sufrió la Cuesta de San Vicente (1767-1777), como parte de la reordenación de los accesos occidentales al Palacio Real y su conexión con el Camino de El Pardo.
Poco después, el rey Carlos III le encargó a Francesco Sabatini la construcción de una nueva puerta para sustituir a la anterior y constituir la entrada a la ciudad desde el nuevo paseo de La Florida. Las obras concluyeron en 1775. Se trataba de una fría y bien medida puerta neoclásica que sucedía a la de Ribera. La nueva puerta fue muy elogiada en sus días, proponiéndola la Academia de San Fernando como tema para la oposición a los premios generales de 1796. Sin embargo, tampoco nos ha llegado la obra de Sabatini, ya que, incomprensiblemente la puerta fue desmontada en 1890 con el pretexto de mejorar el tráfico, perdiéndose la pista a sus restos. sólo podemos conocerla a través de fotografías antiguas.
Actualmente en ese lugar el Ayuntamiento de Madrid decidió ubicar una réplica, en hormigón chapado en granito y piedra caliza de Colmenar de Oreja, aprovechando las molduras de las cornisas superiores que todavía se conservaban de la original, los planos que se conservaban y una fotografía de 1890.
Esta réplica de la puerta se encontraba en su localización actual, más cerca del río que la anterior, y constaba de un arco y dos postigos. El arco se encontraba ornamentado con dos columnas dóricas en su parte exterior y dos pilastras, también dóricas, en la interior. Lo coronaba un frontispicio triangular rematado con un trofeo militar. Los postigos laterales estaban coronados también por trofeos militares.
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