Nos levantamos prontísimo en el Dream Castle, si mal no recuerdo a las 6:45 pero dejamos a los enanos dormir un poco más, mientras terminamos de asegurarnos de que no nos dejábamos nada en el hotel ya que lo primero que teníamos que hacer era el check-in en el Cheyenne. A las 7:30 estábamos ya desayunando en el restaurante, un desayuno bastante correcto con algún plato caliente como salchichas, huevos revueltos y bacon, aunque nosotros no somos de desayunar mucho. También nos gustó mucho la escasez de personas en la sala, incluso te acompañan a tu mesa y la verdad que es un verdadero placer no tener que echar a correr para conseguir un sitio decente.
Algunos llevan la magia encima y eso se nota.
Nada más hacer el check-out, probamos suerte en la espada del Rey Arturo, pero nada de nada, mira que estaba dura y eso que lo intentamos los tres a la vez con todas nuestras fuerzas.
Las cuatro maletas ya en el coche, nos vamos al Cheyenne.
Al llegar al Cheyenne, como era tan pronto, no había prácticamente nadie en recepción al hacer el check-in. Muy amablemente me comentaron todo lo relacionado con las EMH y horarios del parque y nos dijeron que la habitación no estaría disponible hasta las 15:00 pero eso sí, nos dieron la llave para que estuviera operativa a partir de esa hora y así no tuviéramos que volver a pasar por recepción. Como todas las maletas iban bien protegidas y a cubierto en el coche, decidimos no sacarlas, aparcamos y nos fuimos derechitos a coger el famoso autobús amarillo que nos llevaría por fin a Disney.
En nada de tiempo, estábamos ya en los Jardines Fantasía, después de pasar un obligado control de bolsos, como siempre andan buscando algo peligroso ya que siempre llevábamos un par de mini-bocadillos para los niños porque lo suyo no es desayunar y algo de agua, pero como podéis ver en las fotos el día amaneció nublado y sin calor, nos cayó algo de lluvia pero muy poco y la verdad es que casi prefiero esa temperatura al calor que nos hizo el miércoles.
La verdad es que se nos había dado todo tan bien y habíamos sido tan rápidos, desayunando y haciendo el check-in que el reloj del hotel Disneyland marcaba tan solo las 8:45 así que aunque en un principio teníamos la intención de ir a WDS esa mañana ya que luego comíamos en el Village, a última hora decidimos entrar en DP y aprovechar las EMH.
Y nada más pasar los tornos, ante nosotros la estación de Main Street con el logo del 20º Aniversario.
Como David y Rubén estaban locos por empezar a montar en sus atracciones favoritas, David en Space Mountain y Rubén en Buzz, fuimos directos a Discovery Land. Lo primero por lo tanto fue separarnos, David y su papi a SM y Rubén y yo a Buzz, qué emoción.
Al salir de Autopía, miramos por curiosidad el tiempo de espera de Buzz e increíblemente era de tan solo 15 minutos, así que decidimos montar todos juntos esta vez.
Nos fuimos ya acercando al Village y de camino vimos a lo lejos por Main Street ver llegar el 20 aniversario, así que ya que los enanos no tenían el autógrafo de Clarice, la esperamos para hacerle fotos y conseguir su autógrafo, una tarea algo ardua, sobre todo si ya tienes cierta edad y se supone que no tienes magia. En fin, afortunadamente consiguieron el ansiado autógrafo.
Vamos de cumpleaños y de quedada con amigos en el Steakhouse del Village. Un buffet bastante completo con personajes. A disfrutar del momento.
Decididamente algunos llevan la magia en su sangre y en su corazón, tengan la edad que tengan.
Después de comer, nos fuimos a ubicarnos en la habitación del Cheyenne, como ya teníamos la llave activada, no tuvimos que pasar por recepción, directos a Soaring Eagle, habitación 2210 con las maletas que habíamos dejado en el coche. Sin problemas.
Por el camino fuimos haciendo unas cuantas fotos de los hoteles, del lago y del Panoramique.
Al salir del espectáculo, nos despedimos de nuestros amigos, tenían un asuntillo pendiente por el cielo de Londres, nosotros preferimos quedarnos por Frontierland. Nos dirigimos hacia Phantom Manor, pasando por la Big Thunder, imposible, cerca de 90 minutos de cola y ya sin FP, para otro día, y entonces vimos que venía el Molly Brown, y a pesar de las quejas de David, nos montamos. ¡Me encanta este paseo en barco! ¡Tan tranquilo, tan placentero! Disfrutando de los paisajes y de los detalles, esos que hacen que Disneyland París sea único.
Al término del viaje, David miró el tiempo de espera en la Phantom y como solo había 10 minutos, no lo dudamos ni un instante, hacia adentro chicos pero sin correr.
Al salir decidimos dirigirnos a otra de esas atracciones sagradas en la que hay que montar sí o sí: Piratas del Caribe, por el camino fuimos echando un vistazo a los distintos restaurantes de comida rápida tanto de Frontierland como de Adventureland y el que más nos llamó la atención fue el Lucky Nugget. Todo un acierto.
A la hora de cenar, volvimos al Lucky Nugget y nos decantamos por los menús, los enanos filetes de pollo con patatas, buenísimos por lo que dijeron y nosotros, la hamburguesa también con patatas. Me gustó bastante por el precio y además nos atendieron enseguida.
Iba llegando la hora de Fantillusion, intentamos ubicarnos en Central Plaza, pero ya había muchísima gente y eso que faltaba hora y media para la cabalgata y Dreams, así que nos fuimos a un lateral del castillo, justo frente al teatro. Mientras esperábamos sentados me hizo gracia un matrimonio que me preguntó que qué hacíamos sentados, les respondimos que esperábamos la cabalgata, y nos contestaron, ¿pero no ha sido ya!, uf, hay gente que viaja a Disney sin tener ni idea de nada, qué pena. Unas últimas fotos del castillo preparándose para Fantillusion.
Cómodamente sentados esperamos a que empezara Fantillusion. Reescribiendo la review para el blog, recuerdo la cabalgata nocturna de Disneyland París con cierta nostalgia. Sin duda, una preciosidad. No entiendo por qué decidieron eliminarla y decidirse por Dreams y el espectáculo sobre el castillo. No es que me disguste Dreams o los consiguientes, del que hemos podido disfrutar recientemente durante nuestro viaje en Agosto del 2017, pero sin duda se echa mucho de menos Fantillusion.
Aunque ya estábamos bastante cansados, decidimos que tal vez podría ser un buen día para ver Dreams, así que nos fuimos detrás del cordón según iba terminando Fantillusion y afortunadamente encontramos un huequito gracias a que una señora se marchaba con su hija. Muchísima gente, muchas cabezas, un caos a la búsqueda de un espacio libre pero al menos lo vimos bastante centrados. Un espectáculo impresionante, espectacular, pura magia.
Muy cansados por el día tan emocionante y con alguna que otra lagrimilla en los ojos, nos dirigimos lo más rápido posible a coger los autobuses y después de algún que otro empujón y estrujamiento llegamos agotados a la habitación y a dormir, que al día siguiente nos tocaba madrugón. Reloja a las 6:45 para los papis y 7:15 para los niños.
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