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Visita a Guadalajara

Justo a la espalda de la Catedral se encuentra el Torreón del Alamín. Este monumento está incluido en las visitas de la Guadalajara Card, una tarjeta con precio de 3€ que te permite entrar en determinados monumentos de Guadalajara, en concreto cinco, los cuales de forma independiente tendrían una tarifa de 1€ por monumento. Los monumentos incluidos en esta tarjeta soon:

Monumentos incluidos en la tarjeta turística Guadalajara card.
Entrada: 1 Euro.
Entrada gratuita para menores de 12 años y estudiantes que acrediten su condición.

Palacio de la Cotilla y Salón Chino

Capilla de Luis de Lucena

Torreón del Alamín

Torreón de Alvar fáñez de Minaya

Cripta del Fuerte de San Francisco

Viernes y sábados:

Mañanas: de 11 a 14,30 horas
Tardes: de 16,30 a 19 horas
Domingos y festivos: de 11 a 14,30 horas

A nosotros nos dio tiempo a ver todos excepto la Cripta y eso sólo por la mañana.

Torre del Alamín

La torre y el puente del Alamín constituyen un conjunto de especial interés. El Alamín es el barrio extramuros que desde época medieval se asienta al otro lado del barranco del mismo nombre, al Este de la ciudad.

A fines del siglo XIII, el puente fue edificado, o reedificado, por la infanta Isabel, señora de Guadalajara, y por su hermana Beatriz, con el fin de facilitar el acceso al convento de San Bernardo que ellas mismas habían fundado al otro lado del barranco. La torre, que defendía el puente, es de planta cuadrada, de tres pisos cubiertos por bóvedas de ladrillo.

La torre del Alamín alberga ahora una exposición permanente sobre la ciudad medieval. Una maqueta explica el emplazamiento defensivo de Guadalajara, entre dos barrancos, y muestra su antigua trama viaria, de calles estrechas adaptadas a las curvas de nivel.





 



 


Volvimos a la Concatedral y al lado vimos el Convento Carmelitas de San José que no pudimos visitar por dentro pues sólo abre de 8:00 a 10:00. Construido a partir de 1625, según trazas del arquitecto carmelita fray Alberto de la Madre de Dios.

En la fachada de la iglesia, a izquierda y a derecha, los escudos de los fundadores del convento, Frías y Mendoza; en la portada del convento, figura el escudo del Carmelo.




Muy cerca se encuentra la Capilla de Luis de Lucena. Esta capilla, que estuvo adosada a la iglesia de San Miguel, ya desaparecida, revela la tradición mudéjar en el uso del ladrillo, pero su estilo caprichoso obedece al manierismo del siglo XVI. Fue fundada por el humanista Luis de Lucena y su construcción, tal vez trazada por él mismo, data de 1540.

En el exterior de la capilla de Lucena, unas torrecillas cilíndricas, bajo un extraño alero, simulan una obra militar. Se trata, probablemente, según Herrera Casado, de una referencia a la Fortaleza de la Fe o, tal vez, según Muñoz Jiménez, al Templo de Salomón.

El interior exhibe un estilo no menos caprichoso: en las pilastras, que introducen una mezcla de dórico y jónico, y en la tribuna que acoge la escalera de caracol que sube al piso superior. Las bóvedas, pintadas probablemente por Rómulo Cincinato, que también trabajó en el palacio del Infantado, desarrollan un programa iconográfico de características erasmistas y simbólicas.











  

  

  

  








Y muy cerca también se encuentra otro de los monumentos incluidos en la Guadalajara Card, el Palacio de la Cotilla. La primera construcción de este palacio se remonta al siglo XVII, según revelan todavía las columnas del patio, que siguen el modelo alcarreño.

A fines del siglo XIX, sus propietarios eran los marqueses de Villamejor, Ana de Torres e Ignacio de Figueroa, padres del conde de Romanones. De aquella época se conserva el Salón Chino, decorado todavía con el papel pintado original, según el estilo de la dinastía Qing, cuya rareza en España le otorga un valor excepcional.
























Como queríamos acercarnos a la Plaza Mayor para poder tomar algunas fotos de los puestos del Mercadillo Numismático que se ubica en ese lugar los sábados, desde el Palacio de la Cotilla, bajamos por la Calle Museo hasta el Convento de la Piedad que según la página web oficial de Guadalajara estaba abierto los sábados, desgraciadamente no fue así y sólo pudimos fotografiarlo por el exterior.




Donde sí pudimos entrar es en la Iglesia de Santiago, que se encontraba abierta pues estaban preparando los pasos de Semana Santa.

El interior de esta iglesia, gótico y mudéjar, por debajo del nivel de la calle actual, es de tres naves, separadas por pilastras de piedra, sin crucero. Entre ellas se levantan a gran altura los arcos apuntados. Sobre toda la extensión de la nave central se extiende un artesonado mudéjar.

En la cabecera hay dos capillas laterales: la capilla de la Epístola, fundada por Diego García de Guadalajara, que mantiene la traza gótica, y la capilla del Evangelio, plateresca, proyectada, probablemente, por Alonso de Covarrubias a comienzos del siglo XVI, para servir de enterramiento al caballero de Santiago, Juan de Zúñiga.

  














Ya en la Plaza Mayor descansamos un poco antes de seguir nuestro recorrido hacia uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: el Palacio del Infantado.






Palacio del Infantado

La historia del palacio del Infantado, de los duques del Infantado, la casa  principal de los Mendoza, puede resumirse en cuatro actos: su construcción, iniciada en 1480 y concluida a fines del siglo XV, bajo la dirección de Juan Guas; su reforma, por el quinto duque del Infantado, entre 1570 y 1580, que introdujo los elementos renacentistas; su ruina, a causa de un incendio en 1936, y, finalmente, su restauración en los años sesenta, lenta y discutible. Aun hoy, transformado y mutilado, es un edificio magnífico y sorprendente.

Los contrastes abundan en la fachada del palacio: entre la traza gótica inicial y las ventanas renacentistas; entre los vanos de la galería superior y el gran muro de fortaleza del cuerpo bajo, cuya solidez acentúan las cabezas de los clavos de piedra; entre este muro esquemático y la complicadísima portada, marco sucesivo de los emblemas de la familia y del constructor; finalmente, sobre la piedra ocre, al caer la tarde, queda el contraste entre las luces y las sombras.

No menos valor tiene el Patio de los Leones, en el interior. Se compone de dos galerías, formadas por arcos rebajados de tres centros: en la inferior, predomina el motivo compuesto por los leones enfrentados; en la superior, el de los grifos, animales mitológicos. La galería baja, inicialmente, estaba sostenida por columnas helicoidales, como las del piso alto. En 1571, esas columnas fueron sustituidas por las actuales, de estilo dórico, al mismo tiempo que se levantaba más de un metro todo el suelo del patio.

La mayor parte de la decoración interior del palacio ha desaparecido, destruida en el incendio de 1936. Pueden visitarse todavía las salas bajas, decoradas por el artista italiano Rómulo Cincinato entre 1578 y 1580. Durante muchos años el palacio ha sido sede de la Biblioteca Provincial. El Archivo Histórico Provincial y el Museo Provincial se encuentran aquí.

Localización y horarios

Plaza de los Caídos en la Guerra Civil, 13
Tfno:  949 213 301      

Patio de los Leones y Jardines

Lunes a viernes: 9 a 21,30 horas
Sábados: 9 a 14,30 y 16 a 19 horas
Domingos y festivos: 10 a 14,30 y 17 a 19 horas

Museo Provincial y salas del Palacio

Martes a sábado: 10 a 14 y 16 a 19 horas
Domingos y festivos: 10 a 14 horas
Entrada gratuita.

Las salas del Palacio sólo abren cuando hay exposiciones temporales.
























No accedimos al Museo pero sí a las llamadas Salas del Duque en donde se encuentran las exposiciones temporales.















  




Por último, para terminar antes de comer nuestra visita a Guadalajara, nos acercamos al Torreón de Alvar Fáñez que recuerda la leyenda de la reconquista de Guadalajara por Alvar Fáñez de Minaya en 1085.

Es una torre pentagonal, probablemente del siglo XIV, que defendía una de las puertas de la ciudad, llamada también Puerta de la Feria o del Cristo de la Feria. Su fachada posterior es abierta, para evitar que el enemigo pudiera hacerse fuerte en ella si lograba conquistarla.

Junto con la visita a este torreón, se ve un documental de unos diez minutos de duración sobre la  leyenda de la toma de Guadalajara por el caballero Alvar Fáñez de Minaya.









Finalmente, volvimos al coche no sin antes comer en el Telepizza de la Plaza de Bejanque, en donde se encuentra la Puerta de Bejanque.

Hasta mediados del siglo XIX, Guadalajara conservó las murallas medievales, las viejas defensas contra las guerras y las epidemias.

Los restos de las murallas de Guadalajara pueden localizarse en los barrancos del Coquín y del Alamín. De sus puertas sólo queda este lienzo en la plaza de Bejanque, recientemente recuperado. Puede fecharse en el siglo XIV.

La plaza de Bejanque también se llama de la Olma. Todavía conserva un viejísimo y alto olmo en su centro, uno de los pocos que han sobrevivido en Castilla al ataque de la grafiosis.



Como ya he comentado más arriba, no tuvimos tiempo de ver la Cripta de San Francisco pero os dejo la información por si podéis visitarla, está incluida en los monumentos de la Guadalajara Card.

Desde la plaza de Santo Domingo, al oeste, baja la calle del Capitán Boixareu Rivera, que deja a la derecha el parque de la Concordia. Esta calle que se llamó antiguamente de Jaúdenes, se llama también de La Carrera. Por ella desfilaba el alarde de los antiguos caballeros y por ella suben hoy las procesiones del Corpus y Semana Santa. Al final de la calle se abre la plaza de Bejanque y el acceso a la Iglesia y Fuerte de San Francisco.

El Fuerte, antes de que fuera ocupado por el Ejército en el siglo XIX, fue Convento de San Francisco, fundado en el siglo XIV y favorito de los Mendoza. Durante muchos años ha sido sede del TYCE (Taller y Centro Electrotécnico de Ingenieros del Ejército) y hoy en día mantiene una exposición permanente de maquinaría industrial.

Cripta de la Iglesia del Convento de San Francisco

La iglesia del Convento de San Francisco, destruida y reconstruida varias vecces, conserva un tesoro poco conocido pero de gran valor arquitectónico: bajo el ábside de estilo gótico, se oculta el panteón de la familia Mendoza, realizado a semejanza del Panteón de los Reyes de El Escorial. Gracias al empeño del Ayuntamiento y la financiación del programa económico "Uno por ciento cultural" se ha podido recuperar y abrir al público esta maravillosa obra patrimonio de todos.

  

Asimismo, tampoco pudimos visitar los restos del Alcázar pues actualmente está en proceso de restauración y se encuentra cerrado.

El Álcazar fue residencia de los reyes castellanos desde el siglo XIII hasta fines del XV. Después, cuando perdió esa función, conoció un largo proceso de abandono y ruina. En el siglo XVIII, el edificio fue ampliado y convertido en Fábrica de Paños; en el siglo XIX, sucesivamente, se establecieron en él los cuarteles de Santa Isabel y San Carlos, el Colegio de Huérfanos de la Guerra y el Batallón de Aerostación.

Durante la Guerra Civil de 1936-1939, el Álcazar fue bombardeado y destruido casi por completo. Desde 1998 ha sido objeto de varias campañas de excavación arqueológica. Estos trabajos han revelado la importancia de este monumento en la historia de la arquitectura civil de la Baja Edad Media.










  






Espero que os haya gustado toda esta información sobre la ciudad de Guadalajara, de tal manera que os surja el interés por pasear por ella.

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