En dos años seguidos, en los cuales disfrutamos de unos días mágicos en Disneyland París, hicimos una parada en esta bellísima ciudad del norte de España.
Es una pequeña ciudad inusual con una actividad cultural inusual para su tamaño de tan sólo 183.000 habitantes. La belleza de su Bahía, conocida como la Perla del Cantábrico, su brutal belleza como anfiteatro frente al mar, con mar y montaña a un solo paso, su calidad de vida, y su famosa gastronomía la han convertido en los últimos dos siglos en destinos turístico de primer nivel.
Os mostraré los monumentos más emblemáticos de la ciudad pero no se os olvide al mismo tiempo disfrutar de un paseo por su Casco Viejo, por el afamado Paseo Marítimo y cómo no, degustar alguno de los cientos de pinchos que los restaurantes y tabernas del Casco Viejo nos ofrecen.
Ayuntamiento
El actual edificio del Ayuntamiento nación siendo un Casino en 1882. Su estilo ecléctico y monumental fue inspirado por los grandes salones de juego de Europa y estuvo funcionando hasta la prohibición del juego a mediados de los años veinte. Pocos años después, pasó a acoger la Casa Consistorial función que sigue desempeñando hoy en día.
Antes de empezar a adentrarnos en las estrechas calles del Casco Viejo, unas vistas de la Bahía de la Playa de la Concha.
Al fondo, se asoma tímidamente la Basílica de Santa María del Coro.
Y si nos giramos, se puede vislumbrar en la lejanía la aguja de la Catedral del Buen Pastor.
Basílica de Nuestra Señora del Coro
Situada junto a la ladera sur del monte Urgull, en el corazón de la Parte Vieja, la Basílica de Santa María del Coro es una de las obras arquitectónicas más visitadas de Donostia-San Sebastián. El templo que conocemos actualmente data de 1750. Se construyó sobre una antigua iglesia románica y por ello está considerada como la iglesia más antigua de la ciudad.
De estilo barroco, tiene elementos góticos, churriguerescos y neoclásicos y posee un bello pórtico plateresco.
El edificio es de planta rectangular, con ábside semicircular y otras dependencias secundarias. La nave central, de gran altura, está cubierta con bóvedas de crucería y el coro se sitúa al final de la misma.
Iglesia de San Vicente.
La actual iglesia de San Vicente fue reconstruida entre 1489 y 1574 tras haber sido afectada por un incendio (1487). El diseño y construcción de la nueva iglesia fueron encomendadas en 1507 al maestro arquitecto Miguel de Santa Celay y a Juan de Urrutia.
Es de estilo gótico tardío, planta de tres naves - la central de mayor altura -, crucero alineado con las naves laterales, ábside ochavado, bóvedas de crucería sostenidas interiormente por columnas de núcleo circular con columnillas adosadas y exteriormente por poderosos contrafuertes y arbotantes. Su plan original no llegó a desarrollarse totalmente, como lo prueba el inconcluso muro de cierre septentrional. De construcción posterior fueron: el pórtico barroco (Domingo Zaldua, 1619), la sacristía (Juan de Umbarambe, 1666) y la escalera del coro (1784).
Destaca el retablo mayor de San Vicente (1586), obra de Ambrosio de Bengoechea con la colaboración de Juanes de Iriarte. Está formado sobre un pedestal de piedra sobre el que se levanta un banco con cinco paneles que ilustran escenas de la Pasión. Sobre él puede contemplarse un friso con la misma temática. Por encima de éste el retablo se configura en sentido vertical en siete zonas, ocupando la central imágenes del Salvador, San Vicente, San Sebastián y la Asunción. En sentido horizontal se estructura en tres cuerpos y ático, rematado por un calvario.
Catedral del Buen Pastor
Construida a finales del siglo XIX, en apenas diez años, la Catedral del Buen Pastor está inspirada en los grandes templos medievales de Alemania y Francia. Su afilada aguja es la construcción más alta de la ciudad y gobierna un majestuoso espacio urbano.
Plaza de la Constitución.
Enclavada en el corazón de la Parte Vieja, la plaza de la Constitución se levantó tras el incendio devastador de 1813. El espacio está gobernado por lo que fue la Casa Consistorial tras la citada tragedia, una construcción neoclásica de grandes columnas desde donde se iza la bandera en el día de San Sebastián (20 de enero). La numeración de las casas recuerda las corridas de toros que se llevaron a cabo en este lugar.
Palacio de Miramar.
Situado en un privilegiado lugar, con fantásticas panorámicas sobre la Bahía de la Concha, el Palacio Miramar fue construida a finales del siglo XIX, a expensas de la Reina Regente María Cristina. Este curioso ejemplo de casa de campo típicamente inglesa fue utilizado como residencia oficial durante los veraneos reales, y, originalmente, sus jardines tenían una extensión mucho mayor.
Monte Igueldo y Torreón.
En cada uno de los años en los que hemos visitado esta hermosísima ciudad, hemos elegido uno de sus montes para disfrutar de las vistas de toda la bahía de la Concha. El primer año, accedimos al Monte Igueldo con su famoso Torreón.
La historia de "El Torreón" de Igueldo arranca a mediados del siglo XVIII, aunque ya desde el siglo XVI se tiene constancia de la existencia en este lugar de una señal luminosa destinada a evitar los muchos naufragios que la peligrosa entrada al puerto ocasionaba. El faro, también conocido como "La Farola", fue construido por el Consulado de San Sebastián a 180 metros sobre el nivel del mar. Era una torre de luz fija destinada a permanecer encendida entre el 14 de septiembre y el 3 de mayo.
Pese a que con sus más de nueve leguas de alcance era uno de los mejores de la época, el faro fue finalmente abandonado debido tanto a los destrozos por las guerras carlistas como al hecho de que las nieblas lo cegaran con relativa frecuencia.
Cuando en 1854 se construyó un nuevo faro, situado en un costado del monte a 130 metros sobre el nivel del mar, el viejo torreón fue abandonado definitivamente.
A partir de 1912, decidida a recuperar el esplendor del antiguo faro, la sociedad Monte Igueldo lo reconstruye con arreglo a un proyecto encargado al arquitecto Don Luis Elizalde: se incorpora una nueva planta con amplios ventanales a modo de mirador acristalado y sobre ésta, una fabulosa terraza panorámica a la que se accede por dos de los cuatros torreones ornamentales que remantan la torre.
Las vistas desde lo alto del monte Igueldo de toda la bahía son impresionantes.
Para subir al monte Igueldo se puede hacer en funicular, andando o en coche. Si se sube de estas dos últimas formas, el precio es de 1,90€ por persona. En funicular el precio es de 2,80€ adulto y 2,10€ niños el billete de ida y vuelta.
Monte Urgull:
Al año siguiente, decidimos ver San Sebastián y su maravillosa bahía desde lo alto del monte Urgull. En este caso para acceder a lo alto del monte, sólo puedes hacerlo andando o en autobús. Elegimos este medio de transporte y cogimos el autobús número 39 que se coge en el Paseo de Salamanca y que te lleva hasta el mismísimo Monte justo a los pies del Castillo de la Mota. Las vistas desde lo alto del monte son dignas de recordar para toda la vida.
En lo alto del monte Urgull se yergue el Castillo de la Mota que alberga en su interior la Casa de la Historia, donde En un recorrido a través de audiovisuales, maquetas, objetos y escenografías se dibujan los rasgos que han definido la vida de los donostiarras a lo largo del tiempo, narrando así los más de 800 años de una ciudad joven y viva. Como era lunes no pudimos acceder a la exposición pues sólo abre de martes a domingo pero sí al Castillo. También se puede acceder al monte andando para los más aventureros.
La imagen típica del monte es la que corresponde a la escultura del Sagrado Corazón que se colocó en 1955 en el punto más elevado.
Y por supuesto no dudéis en daros una agradable baño en sus aguas cristalinas, aunque algo frías.
Sin duda, San Sebastián es una ciudad vibrante que te dejará un buen sabor de boca, y más si disfrutas de sus bares de pinchos, como así hicimos nosotros en Casa Bartolo.
Es una pequeña ciudad inusual con una actividad cultural inusual para su tamaño de tan sólo 183.000 habitantes. La belleza de su Bahía, conocida como la Perla del Cantábrico, su brutal belleza como anfiteatro frente al mar, con mar y montaña a un solo paso, su calidad de vida, y su famosa gastronomía la han convertido en los últimos dos siglos en destinos turístico de primer nivel.
Os mostraré los monumentos más emblemáticos de la ciudad pero no se os olvide al mismo tiempo disfrutar de un paseo por su Casco Viejo, por el afamado Paseo Marítimo y cómo no, degustar alguno de los cientos de pinchos que los restaurantes y tabernas del Casco Viejo nos ofrecen.
Ayuntamiento
El actual edificio del Ayuntamiento nación siendo un Casino en 1882. Su estilo ecléctico y monumental fue inspirado por los grandes salones de juego de Europa y estuvo funcionando hasta la prohibición del juego a mediados de los años veinte. Pocos años después, pasó a acoger la Casa Consistorial función que sigue desempeñando hoy en día.
Antes de empezar a adentrarnos en las estrechas calles del Casco Viejo, unas vistas de la Bahía de la Playa de la Concha.
Al fondo, se asoma tímidamente la Basílica de Santa María del Coro.
Y si nos giramos, se puede vislumbrar en la lejanía la aguja de la Catedral del Buen Pastor.
Basílica de Nuestra Señora del Coro
Situada junto a la ladera sur del monte Urgull, en el corazón de la Parte Vieja, la Basílica de Santa María del Coro es una de las obras arquitectónicas más visitadas de Donostia-San Sebastián. El templo que conocemos actualmente data de 1750. Se construyó sobre una antigua iglesia románica y por ello está considerada como la iglesia más antigua de la ciudad.
De estilo barroco, tiene elementos góticos, churriguerescos y neoclásicos y posee un bello pórtico plateresco.
El edificio es de planta rectangular, con ábside semicircular y otras dependencias secundarias. La nave central, de gran altura, está cubierta con bóvedas de crucería y el coro se sitúa al final de la misma.
Iglesia de San Vicente.
La actual iglesia de San Vicente fue reconstruida entre 1489 y 1574 tras haber sido afectada por un incendio (1487). El diseño y construcción de la nueva iglesia fueron encomendadas en 1507 al maestro arquitecto Miguel de Santa Celay y a Juan de Urrutia.
Es de estilo gótico tardío, planta de tres naves - la central de mayor altura -, crucero alineado con las naves laterales, ábside ochavado, bóvedas de crucería sostenidas interiormente por columnas de núcleo circular con columnillas adosadas y exteriormente por poderosos contrafuertes y arbotantes. Su plan original no llegó a desarrollarse totalmente, como lo prueba el inconcluso muro de cierre septentrional. De construcción posterior fueron: el pórtico barroco (Domingo Zaldua, 1619), la sacristía (Juan de Umbarambe, 1666) y la escalera del coro (1784).
Destaca el retablo mayor de San Vicente (1586), obra de Ambrosio de Bengoechea con la colaboración de Juanes de Iriarte. Está formado sobre un pedestal de piedra sobre el que se levanta un banco con cinco paneles que ilustran escenas de la Pasión. Sobre él puede contemplarse un friso con la misma temática. Por encima de éste el retablo se configura en sentido vertical en siete zonas, ocupando la central imágenes del Salvador, San Vicente, San Sebastián y la Asunción. En sentido horizontal se estructura en tres cuerpos y ático, rematado por un calvario.
Catedral del Buen Pastor
Construida a finales del siglo XIX, en apenas diez años, la Catedral del Buen Pastor está inspirada en los grandes templos medievales de Alemania y Francia. Su afilada aguja es la construcción más alta de la ciudad y gobierna un majestuoso espacio urbano.
Plaza de la Constitución.
Enclavada en el corazón de la Parte Vieja, la plaza de la Constitución se levantó tras el incendio devastador de 1813. El espacio está gobernado por lo que fue la Casa Consistorial tras la citada tragedia, una construcción neoclásica de grandes columnas desde donde se iza la bandera en el día de San Sebastián (20 de enero). La numeración de las casas recuerda las corridas de toros que se llevaron a cabo en este lugar.
Palacio de Miramar.
Situado en un privilegiado lugar, con fantásticas panorámicas sobre la Bahía de la Concha, el Palacio Miramar fue construida a finales del siglo XIX, a expensas de la Reina Regente María Cristina. Este curioso ejemplo de casa de campo típicamente inglesa fue utilizado como residencia oficial durante los veraneos reales, y, originalmente, sus jardines tenían una extensión mucho mayor.
Monte Igueldo y Torreón.
En cada uno de los años en los que hemos visitado esta hermosísima ciudad, hemos elegido uno de sus montes para disfrutar de las vistas de toda la bahía de la Concha. El primer año, accedimos al Monte Igueldo con su famoso Torreón.
La historia de "El Torreón" de Igueldo arranca a mediados del siglo XVIII, aunque ya desde el siglo XVI se tiene constancia de la existencia en este lugar de una señal luminosa destinada a evitar los muchos naufragios que la peligrosa entrada al puerto ocasionaba. El faro, también conocido como "La Farola", fue construido por el Consulado de San Sebastián a 180 metros sobre el nivel del mar. Era una torre de luz fija destinada a permanecer encendida entre el 14 de septiembre y el 3 de mayo.
Pese a que con sus más de nueve leguas de alcance era uno de los mejores de la época, el faro fue finalmente abandonado debido tanto a los destrozos por las guerras carlistas como al hecho de que las nieblas lo cegaran con relativa frecuencia.
Cuando en 1854 se construyó un nuevo faro, situado en un costado del monte a 130 metros sobre el nivel del mar, el viejo torreón fue abandonado definitivamente.
A partir de 1912, decidida a recuperar el esplendor del antiguo faro, la sociedad Monte Igueldo lo reconstruye con arreglo a un proyecto encargado al arquitecto Don Luis Elizalde: se incorpora una nueva planta con amplios ventanales a modo de mirador acristalado y sobre ésta, una fabulosa terraza panorámica a la que se accede por dos de los cuatros torreones ornamentales que remantan la torre.
Las vistas desde lo alto del monte Igueldo de toda la bahía son impresionantes.
Para subir al monte Igueldo se puede hacer en funicular, andando o en coche. Si se sube de estas dos últimas formas, el precio es de 1,90€ por persona. En funicular el precio es de 2,80€ adulto y 2,10€ niños el billete de ida y vuelta.
Monte Urgull:
Al año siguiente, decidimos ver San Sebastián y su maravillosa bahía desde lo alto del monte Urgull. En este caso para acceder a lo alto del monte, sólo puedes hacerlo andando o en autobús. Elegimos este medio de transporte y cogimos el autobús número 39 que se coge en el Paseo de Salamanca y que te lleva hasta el mismísimo Monte justo a los pies del Castillo de la Mota. Las vistas desde lo alto del monte son dignas de recordar para toda la vida.
En lo alto del monte Urgull se yergue el Castillo de la Mota que alberga en su interior la Casa de la Historia, donde En un recorrido a través de audiovisuales, maquetas, objetos y escenografías se dibujan los rasgos que han definido la vida de los donostiarras a lo largo del tiempo, narrando así los más de 800 años de una ciudad joven y viva. Como era lunes no pudimos acceder a la exposición pues sólo abre de martes a domingo pero sí al Castillo. También se puede acceder al monte andando para los más aventureros.
La imagen típica del monte es la que corresponde a la escultura del Sagrado Corazón que se colocó en 1955 en el punto más elevado.
Y por supuesto no dudéis en daros una agradable baño en sus aguas cristalinas, aunque algo frías.
Sin duda, San Sebastián es una ciudad vibrante que te dejará un buen sabor de boca, y más si disfrutas de sus bares de pinchos, como así hicimos nosotros en Casa Bartolo.
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