Si hay un lugar elogiado pro todos los que lo visitan, sin duda, es Albarracín, ciudad en alto desde donde se controlaban todas las tierras del señorío del que era capital. Perderse por sus calles es como entrar en un cuento, un cuento lleno de frescor y de cuestas hermosas, agradables, irregulares. Albarracín enamora, atrapa. La magia fluye de sus casas construidas con entramados de madera y tabicones de yeso rojizo característico de esta zona.
No hay misterio pero sí secreto, que todos los vecinos han hecho un gran esfuerzo por ser respetuosos con el lugar en el que viven. Un lugar en el que los tejados se acercan en un curioso y original intento de ganar espacio habitable. De esta forma, se crea un ambiente de penumbra, de coqueteo con el sol que envuelve y hace sentir bien al paseante. Si vas, te enamorarás.
Hay tanto por ver. Casas como la de la Julianeta, del Chorro o de la Calle Azagra, entremezcladas con pequeños palecetes: el Episcopal, el de los Monterde y Antillón, el de los Dolz de Espejo o la Casa de la Comunidad. No hay que olvidar la Catedral ni el Museo Catedralicio que guarda un tesoro en forma de tapices. Y, por supuesto, su muralla y preciosas vistas. Date un paseo junto al río Guadalaviar antes de abandonar el cuento del que estás siendo protagonista.
Sin duda, no olvidarás tu visita a Albarracín, que por supuesto, se ha ganado por sí solo, estar incluido en cualquiera de las listas de "Los pueblos más bonitos de España" y nuestra lista personal no iba a ser menos.
No hay misterio pero sí secreto, que todos los vecinos han hecho un gran esfuerzo por ser respetuosos con el lugar en el que viven. Un lugar en el que los tejados se acercan en un curioso y original intento de ganar espacio habitable. De esta forma, se crea un ambiente de penumbra, de coqueteo con el sol que envuelve y hace sentir bien al paseante. Si vas, te enamorarás.
Hay tanto por ver. Casas como la de la Julianeta, del Chorro o de la Calle Azagra, entremezcladas con pequeños palecetes: el Episcopal, el de los Monterde y Antillón, el de los Dolz de Espejo o la Casa de la Comunidad. No hay que olvidar la Catedral ni el Museo Catedralicio que guarda un tesoro en forma de tapices. Y, por supuesto, su muralla y preciosas vistas. Date un paseo junto al río Guadalaviar antes de abandonar el cuento del que estás siendo protagonista.
Sin duda, no olvidarás tu visita a Albarracín, que por supuesto, se ha ganado por sí solo, estar incluido en cualquiera de las listas de "Los pueblos más bonitos de España" y nuestra lista personal no iba a ser menos.
La catedral se asienta sobre los restos de un antiguo templo románico construido a finales del siglo XII.
El actual edificio empezó a construirse en 1572 y corrió a cargo de los arquitectos Martín de Castañeda y del francés Quinto Pierres Bedel. El primer obispo de la diócesis de Albarracín fue Andrés Santos de Sampedro.
El edificio se encuentra en el centro de la población, entre cuyo caserío destaca poderosamente. La difícil orografía de Albarracín, asentada en una elevación rodeada por la hoz del río Guadalaviar, influye en la configuración del edificio, cuya planta se organiza en una sola nave con capillas laterales, gran capilla mayor ligeramente más alta con ábside poligonal, coro a los pies, y claustro y otras dependencias alrededor. El acceso principal al templo se realiza, inusualamente, por la cabecera, a través de una sencilla portada barroca precedida por una escalinata. A principios del siglo XVIII se reformó el interior del templo con elementos barrocos, como las pilastras que se conservan actualmente.
La estructura del templo está presidida por una única nave central con bóveda de crucería gótica, flanqueada por capillas laterales ubicadas entre los contrafuertes.
De la capilla mayor destaca el retablo de 1566, obra de Cosme Damián Bas que representa la Transfiguración. De las capillas laterales, la más relevante es la del Pilar con su dorado retablo barroco. También destaca el retablo de la capilla de San Pedro, del que se especula podría ser obra de Gabriel Yoly.
Del exterior destaca la torre, de estilo renacentista, presenta cuatro cuerpos siendo el último de planta octogonal.
El Centro de Información organiza visitas guiadas por la ciudad incluyendo la excepcional visita a su Catedral. Se ofrece un recorrido formalizado con el que facilitar la percepción generalizada de los valores históricos, arquitectónicos y paisajísticos de la ciudad, así como el interior de la Catedral, con las sorprendentes huellas del pasado, resultantes de su actual restauración, abordada por esta Fundación.
El actual edificio empezó a construirse en 1572 y corrió a cargo de los arquitectos Martín de Castañeda y del francés Quinto Pierres Bedel. El primer obispo de la diócesis de Albarracín fue Andrés Santos de Sampedro.
El edificio se encuentra en el centro de la población, entre cuyo caserío destaca poderosamente. La difícil orografía de Albarracín, asentada en una elevación rodeada por la hoz del río Guadalaviar, influye en la configuración del edificio, cuya planta se organiza en una sola nave con capillas laterales, gran capilla mayor ligeramente más alta con ábside poligonal, coro a los pies, y claustro y otras dependencias alrededor. El acceso principal al templo se realiza, inusualamente, por la cabecera, a través de una sencilla portada barroca precedida por una escalinata. A principios del siglo XVIII se reformó el interior del templo con elementos barrocos, como las pilastras que se conservan actualmente.
La estructura del templo está presidida por una única nave central con bóveda de crucería gótica, flanqueada por capillas laterales ubicadas entre los contrafuertes.
De la capilla mayor destaca el retablo de 1566, obra de Cosme Damián Bas que representa la Transfiguración. De las capillas laterales, la más relevante es la del Pilar con su dorado retablo barroco. También destaca el retablo de la capilla de San Pedro, del que se especula podría ser obra de Gabriel Yoly.
Del exterior destaca la torre, de estilo renacentista, presenta cuatro cuerpos siendo el último de planta octogonal.
El Centro de Información organiza visitas guiadas por la ciudad incluyendo la excepcional visita a su Catedral. Se ofrece un recorrido formalizado con el que facilitar la percepción generalizada de los valores históricos, arquitectónicos y paisajísticos de la ciudad, así como el interior de la Catedral, con las sorprendentes huellas del pasado, resultantes de su actual restauración, abordada por esta Fundación.
Horarios: De lunes a viernes a las 10:30 y a las 12:00 y por la tarde a las 16:00
Sábados y domingos: A estas tres anteriores visitas el sábado se hace otra visita a las 18:00. Domingos por la tarde cerrados.
Tarifas: 3,50€
Murallas
La ciudad de Albarracín tuvo su razón de ser primordial en su ubicación estratégica en un lugar de fácil defensa, situado al lado de una fértil vega. La capacidad defensiva del lugar se vio acrecentada por una serie de construcciones levantadas a lo largo del tiempo y que fue aumentando su fortaleza hasta convertirse en una plaza prácticamente inexpugnable para los medios de ataque de la época.
El sistema defensivo de la ciudad se compone de tres castillos, el principal, el del Andador y el de Doña Blanca, y dos recintos cerrados por fuertes murallas.
El primer recinto, que corresponde a la medina o primitiva ciudad musulmana, estaba rodeado por una muralla sin torres y con una sola puerta situada en las inmediaciones de la plaza Mayor. Dentro de este recinto había dos castillos, el principal, que está siendo restaurado actualmente dado el estado ruinoso en que se encontraba, y la Torre de Doña Blanca, que defendía el extremo sur de la ciudad y cuya construcción debió realizarse en tiempos de Jaime II de Aragón.
El segundo recinto posee las murallas más imponentes. No sólo encerraba el caserío de este barrio, sino un amplio espacio de monte que podía servir para refugio de los ganados en caso de peligro. Su punto más fuerte era la Torre del Andador, construcción del siglo X anterior a la edificación de este recinto exterior. La torre primitiva fue reforzada sucesivamente hasta convertirse en un castillo con su muralla, aljibe y plaza de armas. Durante el siglo XIV se debió reconstruir la casi totalidad del recinto, dotándolo de fuertes torres, cerradas las del frente norte y abiertas las del oeste, que no son más que pliegues de la muralla, que caso de ser conquistadas por los asaltantes no podían hacerse fuertes en ellas por no tener defensa hacia la ciudad.
Para subir a las murallas de este segundo recinto tenemos tres caminos. En primer lugar, podemos subir por la calle del Chorro, y una vez llegado a la fuente subir por unas escaleras que nos llevarán al principio del camino.
También podemos subir por la calle Subida a las Torres, que arranca desde la iglesia de Santiago.
Por último, podemos subir por el Portal de Molina. Desde éste se puede apreciar el sistema defensivo de la muralla, con sus torres escalonando la áspera falda de la montaña.
La ciudad de Albarracín tuvo su razón de ser primordial en su ubicación estratégica en un lugar de fácil defensa, situado al lado de una fértil vega. La capacidad defensiva del lugar se vio acrecentada por una serie de construcciones levantadas a lo largo del tiempo y que fue aumentando su fortaleza hasta convertirse en una plaza prácticamente inexpugnable para los medios de ataque de la época.
El sistema defensivo de la ciudad se compone de tres castillos, el principal, el del Andador y el de Doña Blanca, y dos recintos cerrados por fuertes murallas.
El primer recinto, que corresponde a la medina o primitiva ciudad musulmana, estaba rodeado por una muralla sin torres y con una sola puerta situada en las inmediaciones de la plaza Mayor. Dentro de este recinto había dos castillos, el principal, que está siendo restaurado actualmente dado el estado ruinoso en que se encontraba, y la Torre de Doña Blanca, que defendía el extremo sur de la ciudad y cuya construcción debió realizarse en tiempos de Jaime II de Aragón.
El segundo recinto posee las murallas más imponentes. No sólo encerraba el caserío de este barrio, sino un amplio espacio de monte que podía servir para refugio de los ganados en caso de peligro. Su punto más fuerte era la Torre del Andador, construcción del siglo X anterior a la edificación de este recinto exterior. La torre primitiva fue reforzada sucesivamente hasta convertirse en un castillo con su muralla, aljibe y plaza de armas. Durante el siglo XIV se debió reconstruir la casi totalidad del recinto, dotándolo de fuertes torres, cerradas las del frente norte y abiertas las del oeste, que no son más que pliegues de la muralla, que caso de ser conquistadas por los asaltantes no podían hacerse fuertes en ellas por no tener defensa hacia la ciudad.
Para subir a las murallas de este segundo recinto tenemos tres caminos. En primer lugar, podemos subir por la calle del Chorro, y una vez llegado a la fuente subir por unas escaleras que nos llevarán al principio del camino.
También podemos subir por la calle Subida a las Torres, que arranca desde la iglesia de Santiago.
Por último, podemos subir por el Portal de Molina. Desde éste se puede apreciar el sistema defensivo de la muralla, con sus torres escalonando la áspera falda de la montaña.
Castillo
En el centro de la primitiva medina musulmana, sobre un impresionante peñasco, se sitúa el castillo de Albarracín. Se trata de una inexpugnable fortaleza, asociada al origen islámico de la ciudad, que por su elevada topografía, constituye un excepcional mirador.
Siguiendo el borde del relieve sobre el que se asienta, se levanta el cerco amurallado, con once torres de planta circular, que en su lado oriental se encuentran abiertas hacia el interior, y un único torreón cuadrado al sur, en el tramo mural de edad cristiana y aspecto diferente, por no utilizar como aglomerante el yeso rojo de la época musulmana anterior.
Se presenta como un campo arqueológico de primera magnitud, con importantes restos construidos de las casas-palacio del siglo XII, que ocuparon el alcazaba musulmán. Son palacetes con patios centrales y habitaciones diferentes a su alrededor, que conservan ciertos elementos singulares. En el nivel superior del recinto pudo localizarse la residencia principal, que cuenta además con un gran aljibe bajo el patio, y restos de un baño musulmán o hamman. Las otras construcciones palaciegas se sitúan en la parte baja del castillo, en un caso con patio de rodeno, bien conservado, y con fragmentos de aquellos arcos lobulados que pudieron dar entrada a la sala principal de otro de los palacios, por destacar algunos elementos.
La excavación realizada hasta el momento ha sido muy fructífera. Destacan los numerosos y diferentes restos de esta primera etapa medieval, expuestos en el Museo de Albarracín, que completan una de las colecciones cerámicas más importantes del siglo XI. Con Felipe II se ocupó el castillo por última vez; sin embargo, los restos hallados nos llevan con claridad hasta el siglo XVIII.
En el centro de la primitiva medina musulmana, sobre un impresionante peñasco, se sitúa el castillo de Albarracín. Se trata de una inexpugnable fortaleza, asociada al origen islámico de la ciudad, que por su elevada topografía, constituye un excepcional mirador.
Siguiendo el borde del relieve sobre el que se asienta, se levanta el cerco amurallado, con once torres de planta circular, que en su lado oriental se encuentran abiertas hacia el interior, y un único torreón cuadrado al sur, en el tramo mural de edad cristiana y aspecto diferente, por no utilizar como aglomerante el yeso rojo de la época musulmana anterior.
Se presenta como un campo arqueológico de primera magnitud, con importantes restos construidos de las casas-palacio del siglo XII, que ocuparon el alcazaba musulmán. Son palacetes con patios centrales y habitaciones diferentes a su alrededor, que conservan ciertos elementos singulares. En el nivel superior del recinto pudo localizarse la residencia principal, que cuenta además con un gran aljibe bajo el patio, y restos de un baño musulmán o hamman. Las otras construcciones palaciegas se sitúan en la parte baja del castillo, en un caso con patio de rodeno, bien conservado, y con fragmentos de aquellos arcos lobulados que pudieron dar entrada a la sala principal de otro de los palacios, por destacar algunos elementos.
La excavación realizada hasta el momento ha sido muy fructífera. Destacan los numerosos y diferentes restos de esta primera etapa medieval, expuestos en el Museo de Albarracín, que completan una de las colecciones cerámicas más importantes del siglo XI. Con Felipe II se ocupó el castillo por última vez; sin embargo, los restos hallados nos llevan con claridad hasta el siglo XVIII.
Torre Blanca
Constituye uno de los tres castillos del sistema defensivo de la ciudad, que fue rehabilitado como espacio expositivo de Albarracín.
Se dispone en tres plantas superpuestas, con una gran terraza superior, que se ofrece, por su emplazamiento, como uno de los más destacados miradores del conjunto monumental.
La Torre Blanca es hoy una magnífica sala de expositiva en la que se han presentado grandes exposiciones diferentes, programadas por la Fundación, de pintores como Gonzalo Tena, Vicente Pascual, Ricardo Calero, Oriol Vilapuig, Charo Pradas, Teresa Salcedo, Enrique Veganzones, Alejandro Molina, Solange Triger, etc. Algunos con trabajos creados en el mismo Albarracín con el programa Estancias Creativas de la Fundación, o como en el caso de los paisajistas, que exponen todos los años, becados por la misma institución.
Constituye uno de los tres castillos del sistema defensivo de la ciudad, que fue rehabilitado como espacio expositivo de Albarracín.
Se dispone en tres plantas superpuestas, con una gran terraza superior, que se ofrece, por su emplazamiento, como uno de los más destacados miradores del conjunto monumental.
La Torre Blanca es hoy una magnífica sala de expositiva en la que se han presentado grandes exposiciones diferentes, programadas por la Fundación, de pintores como Gonzalo Tena, Vicente Pascual, Ricardo Calero, Oriol Vilapuig, Charo Pradas, Teresa Salcedo, Enrique Veganzones, Alejandro Molina, Solange Triger, etc. Algunos con trabajos creados en el mismo Albarracín con el programa Estancias Creativas de la Fundación, o como en el caso de los paisajistas, que exponen todos los años, becados por la misma institución.
Ayuntamiento
Ermita de Santa Bárbara
Ermita Nuestra Señora del Carmen
Casa Julianeta
Es el edificio más emblemático de la arquitectura popular de Albarracín. Es una casita de yeso y de madera, de sorprendentes irregularidades constructivas, que conserva los elementos característicos de las peculiares edificaciones de Albarracín. La Julianeta constituye sin duda, una de las referencias simbólicas del conjunto histórico de la ciudad.
La “Casa de la Julianeta” es uno de los ejemplos de rehabilitación de arquitectura popular. Se ha rescatado en lo posible su disposición original, siempre supeditada a la irregularidad de la casa, con pequeños espacios sobrepuestos, conectados a través de escalinatas de complejo desarrollo. También se ha intentado mantener su carácter residencial, utilizándola hoy además como taller de artistas. Con su rehabilitación se han creado dos pequeños estudios, o uno de mayor tamaño si fuera necesario, con sus respectivos talleres de trabajo.
Es el edificio más emblemático de la arquitectura popular de Albarracín. Es una casita de yeso y de madera, de sorprendentes irregularidades constructivas, que conserva los elementos característicos de las peculiares edificaciones de Albarracín. La Julianeta constituye sin duda, una de las referencias simbólicas del conjunto histórico de la ciudad.
La “Casa de la Julianeta” es uno de los ejemplos de rehabilitación de arquitectura popular. Se ha rescatado en lo posible su disposición original, siempre supeditada a la irregularidad de la casa, con pequeños espacios sobrepuestos, conectados a través de escalinatas de complejo desarrollo. También se ha intentado mantener su carácter residencial, utilizándola hoy además como taller de artistas. Con su rehabilitación se han creado dos pequeños estudios, o uno de mayor tamaño si fuera necesario, con sus respectivos talleres de trabajo.
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