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Castro de Santa Tegra en A Guarda

El poblado castreño de Santa Tegra se localiza en el monte del mismo nombre ocupando una extensión que, en sus ejes mayores, llega a 700 metros pro 300 metros. Su emplazamiento, en la parte alta de un monte de gran visibilidad sobre el entorno, parece responder a una función de control del tráfico marítimo y del acceso al interior por el río. Pensemos que cuando se habitó el poblado, el río Miño tendría un cauce más estrecho y profundo que el actual.


Fue en 1913 cuando se descubrieron las primeras estructuras. Desde entonces se han realizado numerosas campañas de excavación, la última en 1988.

El castro se define a  partir de un recinto amurallado de piedra de mampostería ligada con barro. En ella se conocen dos accesos: la puerta Norte y la Sur. Dentro de las murallas aparecen numerosas construcciones en su mayoría de planta circular y también rectangular con esquinas redondeadas. No todas son viviendas, hay también almacenes, talleres, patios o graneros. Las viviendas se distinguen por cosas tales como : ser más grandes, tener un hogar en su interior, contar con un porche o vestíbulo de entrada donde habría un horno, o presentar una edificación más cuidada.







La aparición de restos de enlucido rojo, azul y blanco, muestra que estarían pintadas. En la entrada, una losa con agujeros indica la existencia de puertas. Las jambas y dinteles de algunas puertas están ricamente decoradas con grabados geométricos, también aparecen grabados o tallados, bloques cilíndricos que probablemente iban empotrados en los muros o peanas o colgadores.

Aunque a primera vista parecen situadas al azar y desordenadas, realmente tienen una lógica de ordenación. En efecto, si nos fijamos, las construcciones se organizan en grupos de varias viviendas y almacenes que comparten un pequeño patio común, enlosado. Tales conjuntos, denominados "unidades familiares" podrían cobijar a una familia extensa (padres, hijos, nietos...). Además, cuentan con canales de evacuación de aguas de lluvias y depósitos de recogida.

Los datos existentes indican que fue construido en la Edad del Hierro, siendo su mayor desarrollo a partir de los siglos II-I antes de Cristo, sobre todo con la llegada de los romanos. El poblado pierde relevancia cuando la construcción de vías de transporte terrestre reduce la importancia del tráfico marítimo y las reformas de la administración romana promovieron la ocupación de zonas más bajas.




Como ocurre con todos los castros, el modo de subsistencia sería bastante autónomo. Habría una agricultura variada (trigo, cebada, avena, mijo o habas) y ganadería (vaca, oveja, cabra o cerdo). La caza, pesca y marisqueo, serían actividades complementarias pero igualmente importantes. La elaboración de cerámicas, tefijos e instrumentos metálicos o el comercio, son algunas otras actividades que ocuparían a los habitantes del lugar.

En la cima del monte se encuentran los restos de las excavaciones, así como una especie de Vía Crucis.

   




Una visita que entusiasmará a grandes y pequeños.

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